Viril y el Chacal


En cierto bosque vivía una vez un poderoso toro llamado Viril. Habiendo abandonado a su rebaño, deambulaba a sus anchas por el bosque, cosechando el verde pasto y rompiendo las riberas del río con sus cuernos. En la misma región también vivía un chacal llamado Gritador.
Un día, mientras yacía recostado tranquilo con su esposa en un banco de arena al lado del río, Viril se dirigía hacia la costa del río para beber. Mientras el toro bebía, la esposa de Gritador notó su gran barriga. Girando hacia su esposo, ella dijo, “Sólo observa la enorme barriga de aquel toro. Sin duda se caerá tarde o temprano. Deberías seguir a este animal de cerca y pronto comeremos hasta hartarnos.”
Gritador no estaba seguro. “No mi amor. Quizás nunca caerá. Aquí por lo menos podemos comer el ratón de campo que viene a beber del río. Tú sabes lo que dicen los Vedas, “Nunca renuncies a lo seguro por lo inseguro.’”
Moraleja: No renuncies a lo seguro por lo inseguro.
“Oh, eso es no tener nada de iniciativa” contestó su esposa. Los Vedas también dicen,
Cuando el coraje se une con la sabiduría
Y la pereza se va,
Donde los planes se pongan en acción,
Sin duda el éxito vendrá.
La esposa del chacal dijo que estaba cansada de carne de ratón y que la barriga abultada del toro le parecía muy sabrosa. “Debes tenerlos. No pierdas tiempo antes que alguien más los obtenga primero.”
Gritador finalmente aceptó y comenzó a caminar detrás de este toro, esperando que algún día el toro cayera muerto. Pasaron diez años de esta manera hasta que al fin Gritador y su esposa se dieron cuenta que nunca tendrían lo que deseaban. Desilusionados, regresaron a su ribera y continuaron viviendo de ratón de campo.
“Así es que un hombre de riqueza es seguido por otros, incluso si no obtienen nada,” concluyó Simple.
“Bueno” dijo Destino, “Veo que estás decidido. Entonces haz esto. Ve a tu ciudad y busca dos hombres, Puñoapretado y Manoabierta. Estudia sus naturalezas y luego dime a cual de ellos deseas parecerte.”
Dicho esto, Destino desapareció y el desconcertado Simple se abrió camino de regreso a su ciudad natal. Primero fue a la casa de Puñoapretado, donde fue recibido sin gentileza como un invitado inoportuno. Aunque Puñoapretado era rico, renuentemente ofreció hospitalidad a Simple.
Esa noche, mientras Simple dormía, otra vez vio a Destino y Obras hablando juntos.
“¿Por qué hiciste que Puñoapretado le de comida a Simple?” preguntó Destino. “Él posee riquezas pero está destinado a nunca usarla o disfrutarla.”
“Hice lo que debo” contestó Obras. “Ahora tú haz lo que debes.”
Al día siguiente Puñoapretado estaba afectado por una enfermedad del estómago y no pudo comer nada. A Simple tampoco se le dio de comer y luego se marchó a ver a Manoabierta. Allí fue recibido con gentileza. Manoabierta lo alimentó bien y le mostró mucha hospitalidad.
Por la noche Simple vio nuevamente a Destino y Obras en su sueño. Destino desaprobaba que Obras hubiera hecho que Manoabierta diera caridad. “Tuvo que pedir prestado dinero para entretener a Simple. ¿Sabes que su Destino es tener justo lo que necesita?”
“Entonces haz tu trabajo” contestó Obras.
Al día siguiente Manoabierta recibió una inesperada ganancia por una devolución impositiva.
Después de observar todo esto, Simple se puso contento. Oró a Destino que se mantendría pobre pero satisfecho. “¿Qué uso tiene la riqueza cuando lo hace miserable a un hombre?” dijo.
“Por lo tanto, buen topo” dijo Pasolento, “sabiendo esto no deberías llorar por tu fortuna perdida. Nosotros trabajamos lo mejor que podemos, pero los resultados están en manos de Dios.  En consecuencia, el mejor camino es el de una vida religiosa y moral, estando satisfecho con lo que el Señor nos ha dado.”
Moraleja: El destino gobierna la felicidad
Mientras Pasolento hablaba,un ciervo corrió hacia el lago. Claramente en estado de pánico, miraba hacia todas partes y respiraba pesadamente. Fugaz salió volando hacia un árbol, Dorado se escondió en su agujero y Pasolento se zambulló en el lago. Después de explorar el área y viendo que no existía peligro, Fugaz llamó a sus amigos, “Salgan, no hay nada que temer. Este es solo un ciervo comedor de pasto. No hay nada más alrededor.”
Pasolento y Dorado salieron y junto con Fugaz se aproximaron al ciervo, que se llamaba Moteado.
“Eres muy bienvenido aquí” dijo Pasolento.
“Estoy siendo perseguido por cazadores” dijo Moteado. “Debo esconderme.”
Fugaz le aseguró que se habían marchado. “Los vi alejarse con las carcasas de otros animales que habían cazado.”
Respirando aliviado, Moteado se inclinó hacia abajo y bebió profundamente del lago. Cuando hubo terminado, preguntó si podía acompañar a los tres amigos.
“¿Pero qué podemos hacer para ayudarte?” preguntó Pasolento. “Necesitas hacer amistad con aquellos que puedan ayudarte en momentos de necesidad.”
“Eres muy virtuoso al hablar tan modestamente” dijo Moteado. “Ahora tengo incluso más ganas de ser tu amigo. Y en cuanto a ayudarme, bien, déjenme contarles la historia del ratón y los elefantes.”