Las Ranas que Montaban sobre una Serpiente


Había una vez una anciana serpiente llamada Veneno Agotado, quien estaba encontrando extremadamente difícil ganarse la vida. Empezó a pensar sobre su situación, preguntándose cómo sobreviviría. “¿Qué puedo hacer para tener una vida fácil?” se preguntaba y después de algún tiempo se le ocurrió una idea.
Deslizándose hacia un lago, se echó en la orilla y yació allí como si estuviera enferma.
Una de las ranas del lago nadó hacia la orilla y la llamó, “Ey, amigo, ¿Porqué tan malhumorado? ¿Cómo es que no estás cazando hoy?”
“Señor, no tengo deseos de comer ni de vivir. He sido maldecido.”
“Oh, ¿Cómo ocurrió eso?”
“Ocurrió anoche. Estaba fuera en mis rondas y avisté una joven rana cerca del lago. Deslizándome silenciosamente hacia ella, abrí mis mandíbulas listo para atacar. Pero me vio venir y saltó dentro del agua. La seguí, pero nadó rápidamente hacia un grupo de santos brahmanas que estaban parados en el agua recitando sus oraciones.
Mirando cuidadosamente por los alrededores, vi lo que creí que era la rana e inmediatamente hundí mis colmillos, pero resultó ser el dedo gordo del hijo de un brahmana. El muchacho murió y su padre, completamente furioso, profirió la siguiente maldición, ‘Oh maligna serpiente, te convertirás en un transporte para las ranas. Ningún alimento será tuyo salvo el que ellas te cedan.’ Por lo tanto aquí estoy, preparada para ser montada por ustedes, Oh ranas.”
La tonta rana, creyendo esta absurda historia, fue en seguida con las otras ranas y les informó. Sintiendo entusiasmo, se acercaron al rey de las ranas, Pies Acuosos, y se lo contaron.
“¡Ja, que maravilloso es esto!” exclamó. Inmediatamente fue donde yacía Veneno agotado y le dijo, “Oh serpiente, permítenos montar en tu espalda.”
“Sí, suban a bordo. ¿Qué otra opción tengo?” dijo Veneno Agotado, en un tono resignado.  Dedos Acuosos y sus seguidores, en orden de jerarquía, saltaron a la extendida capucha, y salió deslizándose. Algunas ranas, que no podían encontrar espacio sobre la serpiente, saltaban tras él, clamando por una vuelta sobre su espalda.
“Sean pacientes” dijo Veneno Agotado. “Todos tendrán oportunidad de montarme.”
Al día siguiente, la astuta serpiente se movía solo a paso de caracol. Se quejaba y jadeaba al transportar a las ranas.
“¿Qué ocurre?” preguntó Dedos Acuosos.
“Bueno señor, estoy débil por la falta de comida. Apenas puedo moverme.”
“Ya veo. Bien, sugiero que comas unas de estas ranas campestres” contestó Dedos Acuosos, señalando casualmente algunas de las ranas que corrían junto a la serpiente.
“Eres demasiado bondadoso” dijo Veneno Agotado. “Debido a la maldición, soy incapaz de comer nada hasta que tú me des permiso.”
Riendo para sí, la serpiente entonces se abalanzó sobre varias ranas y se las tragó. Las cosas continuaron así por muchos días. La población de ranas disminuyó gradualmente, pero el flojo de cerebro de Dedos Acuosos, felizmente montado en la espalda de Veneno Agotado, no decía nada.
Entonces un día, una enorme serpiente negra vino por ese camino. Viendo las ranas sobre la espalda de Veneno Agotado, se horrorizó. “¡Qué diablos estás haciendo!” exclamó, cuando estuvo a solas con Veneno Agotado. “Las ranas están destinadas a ser nuestra comida. ¿Cómo les puedes permitir que monten en tu espalda? Está en contra de todas las prácticas aceptables.”
“Oh sí, lo sé muy bien, amigo mío” dijo Veneno Agotado. “Solo lo estoy soportando durante el tiempo que sea necesario. Es tal como la historia del brahmana quien fingió ser ciego.”
“Oh, cuéntame más.”