El Cuervo y sus Compañeros


En una antigua ciudad conocida como Pramada, entre las ramas de un majestuoso árbol baniano, moraba un cuervo llamado Fugaz. Muchas otras aves vivían también en aquel árbol. Un día llegó un cazador de aves con la intención de atraparlas. Fugaz lo vio aproximarse, el cazador estaba oscuro y sucio, de rasgos feroces y ojos inyectados en sangre, parecía el dios de la muerte con un palo y una red en sus manos.
“¡Vishnu sálvame!” exclamó Fugaz. Voló hacia una alta rama del árbol y observó al cazador con interés, gritando en advertencia a las otras aves.
El cazador extendió su red, esparció algunos granos por todo alrededor y luego se escondió no muy lejos. Alertadas por Fugaz, las aves del árbol miraron los granos como si fueran veneno mortal y se mantuvieron apartadas.
Justo en ese momento, Lustroso, el rey de las palomas, volaba cerca con muchos de sus seguidores. Avistando los granos del suelo, voló hacia abajo con todas las otras palomas, en medio de un gran revoloteo de alas. A pesar de las enérgicas advertencias de Fugaz, empezó a picotear el grano. Inmediatamente él y todas las otras palomas fueron atrapados en la red del cazador.
“Oh, tan solo observen” exclamó Fugaz. “Cuanta verdad hay cuando los Vedas dicen,

Cuando llega el momento de la
Calamidad con todas las adversidades
Las mentes de los hombres son súbitamente
Arrojadas a la incertidumbre.
Sin duda el destino es todo poderoso. Incluso la persona más inteligente actúa neciamente cuando es conducida por un destino adverso.”
El cazador sonrió muy feliz y saltó fuera de su lugar de escondite. Viéndolo avanzar con el palo en la mano, Lustroso pensó rápidamente. Le dijo a sus compañeros, “Compañeras palomas, que no cunda el pánico. Es de suma importancia que ahora actuemos juntas. Hemos caído todas juntas en esta red y juntas podemos también escaparnos.”
Lustroso instruyó a las palomas que todas volaran hacia arriba exactamente en el mismo momento. De esta manera, todas juntas levantarían la red y la llevarían lejos. “Pero debemos estar completamente unidas. Cualquier desunión creará confusión y seremos destruidas.”
Las aterrorizadas palomas siguieron las directivas de Lustroso y se apoderaron de la red, volando hacia arriba como una flecha lanzada por un arco. Planeando en el aire, volaron lejos con la red aun cubriéndolas.
El cazador miraba el cielo con el rostro hacia arriba. “Qué asombroso es esto” dijo. Empezó a perseguirlas, murmurando para sí mismo. “Indudablemente estas aves pronto discreparán unas con otras. Entonces caerán a tierra y las atraparé fácilmente.”
Fugaz observaba esto con asombro. Preguntándose que ocurriría luego, siguió a las aves y al cazador. Mientras tanto, Lustroso, advirtiendo que el cazador les seguía la pista le dijo a las otras palomas que volaran hacia el bosque. “Volemos sobre bosques y suelos pedregosos, haciéndole difícil la persecución a este hombre cruel.”
Las palomas hicieron exactamente eso y poco tiempo después el cazador, luchando por mantenerse a la par de ellas, decidió regresarse, rotas sus esperanzas. Pensaba para sí mismo, recordando un proverbio:
“Lo que no será, nunca lo será,
Mientras que lo que debe ser ocurre fácilmente.
Aquello a lo que uno no está destinado a poseer,
Está perdido, incluso mientras yace  en las manos de uno.
Sin duda cuando el destino está en contra de una persona, incluso si obtiene riquezas, la pierde rápidamente y se lleva algo más al marcharse.”
Viendo al desilusionado cazador regresar por donde había venido, Lustroso dijo a las demás palomas, “El peligro acabó. Ahora podemos ir a casa. Pero primero debemos deshacernos de esta red. Los llevaré junto a un amigo mío, Dorado, el topo. Con sus afilados dientes, él nos liberará pronto.”
Lustroso y las otras palomas pronto llegaron a la madriguera de Dorado, que poseía cien entradas, y aterrizaron cerca. Dorado escuchó la conmoción fuera de su madriguera y permaneció escondido adentro, acobardado por el miedo.
Lustroso lo llamó, “¡Dorado! Sal de ahí. Es tu viejo amigo Lustroso.”
Dorado estaba encantado al escuchar la voz de su amigo. Salió corriendo a verlo. Hallando a Lustroso y sus compañeros enredados en la red, preguntó, “¿Qué es lo que ha sucedido?”
“Ah, sí, podrías preguntártelo amigo mío. ¿Pero no es obvio para un entendido colega como tú? Hemos sido víctimas de una suerte desfavorable. Por qué, cómo y qué son preguntas solamente hechas por aquellos que no saben que todo yace en las manos del destino. Todos reciben los resultados inevitables de sus propios actos pasados. Y sin duda esta es la causa de nuestro problema.”
“Cuan cierto” dijo Dorado. “Incluso hombres muy inteligentes son aquejados por sufrimientos. El todo poderoso Tiempo nos destruye a todos eventualmente.”
Dorado entonces comenzó a roer las cuerdas de la red alrededor de Lustroso, pero la paloma lo detuvo. “No, amigo mío. Por favor libera a las otras palomas primero. Como el líder de ellas, es mi deber verlas a salvo antes que yo.”
“Bien dicho señor. Ciertamente liberaré primero estas otras palomas, como tú dices.”
El topo luego mordió las cuerdas y liberó a todas las palomas, una por una. Cuando finalmente fue liberado Lustroso, dijo, “Gracias, Dorado. Sin duda una persona puede conseguir cualquier cosa si tiene buenos amigos que lo ayuden.”
Moraleja: La Amistad supera la adversidad
Las palomas entonces volaron lejos. Fugaz había estado observando todo desde un árbol cercano. Miró fijamente la madriguera de Dorado. Sin duda sería muy bueno tener a este topo como amigo. Fugaz voló hacia la madriguera de Dorado y llamó, “Dorado, buen señor, por favor sal y recibe a un amigo.”
“¿Y quién eres?” dijo la voz de Dorado desde dentro de su madriguera. “¿Eres una paloma aún atrapada en la red?”
“No, soy yo, Fugaz el cuervo.”
Dorado corrió a refugiarse profundamente en su guarida y gritó, “¡Márchate! Aléjate. No deseo verte.”
“Estoy aquí por un asunto importante. Por favor sal de adentro.”
“¿Oh sí? Bueno señor, tú eres el comedor y yo la comida. ¿Cómo podemos ser amigos? Márchate en seguida.
“No entiendes, estoy aquí buscando tu refugio, no para comerte. Honorable topo, vi como liberaste a mi muy buen amigo Lustroso. ¿Por qué yo sería tan tonto como para atacarte cuando también podrías haberme salvado, dada la ocasión?”
“No estoy convencido. Uno nunca debe trabar amistad con un enemigo. El agua, incluso cuando está caliente, apaga un fuego.”
“Ni siquiera me has visto, nunca me has visto. ¿Cómo podemos ser enemigos?”
Dorado permaneció profundamente en su madriguera. “Hay dos tipos de enemigos” dijo. “Uno proviene de desacuerdos, y el otro es el enemigo natural. La primer clase de enemistad puede terminar mediante la discusión, pero la segunda clase, nacida de la naturaleza, solo termina cuando se derrama sangre.”
“Yo solo deseo ser tu amigo, noble topo.”
“Puede ser, pero ¿por qué razón? ¿quién busca la amistad de otro mas que por motivos egoístas?”
“Quizás eso sea verdad en la mayoría de los casos, pero no aquí. Yo busco tu amistad solo por tu bondad, ya que las personas inteligentes siempre desean la amistad con el bueno. Dicha amistad es como una vasija de oro –difícil de romper pero fácil de reparar. Por el otro lado, la amistad con villanos es como una vasija de barro –fácil de romper pero difícil de reparar.”
Dorado aún no estaba convencido. Fugaz permanecía en las entradas de su madriguera, esperando verlo salir, pero el topo permanecía profundamente dentro. Fugaz intentó otra vez, “Oh virtuoso, confía en mi. Me voy a ver obligado a convencerte mediante promesas para no lastimarte.”
Desde dentro de su madriguera Dorado rió. “Oho, ¿promesas eh? ¿No es así como se derrotan los enemigos? Primero con su confianza en las falsas promesas, y luego abalanzarse sobre ellos. Aquel que confía en la palabra del enemigo es rápidamente destruido.”
Fugaz estaba perplejo. Parecía que no había forma de convencer al topo de sus buenas intenciones. Deseaba incluso más hacerse amigo de él, viendo cuan obviamente sabio que era. Después de pensar por algunos minutos finalmente dijo, “Los eruditos han declarado que se traba amistad con el bueno después que se digan siete palabras, o se hallan hecho siete pasos juntos. Por lo tanto ya somos amigos. Si, no obstante, tú no aceptas esta amistad, renunciaré a mi vida en este mismo lugar.”
Escuchando esto, Dorado se alarmó. ¿Y si Fugaz era sincero? Parecía muy decidido a hacer amigos. Nunca estaría bien que cometa suicidio. Dorado recordó un proverbio.
Un favor hecho no muestra a un amigo
Ni una herida muestra a un enemigo
Si el corazón es verdadero o falso
Es la única forma de saber.

“Parece que el corazón de este cuervo es sincero” pensó Dorado. Decidiendo que se acercaría a Fugaz, salió de su madriguera. Pero al llegar cerca del cuervo, súbitamente corrió a refugiarse a otra de las entradas a la madriguera.
“¿Qué ocurre, amigo mío?” preguntó Fugaz.
“Bien, aunque confío en ti, temo que tengas algunos amigos que no sean muy confiables.”
“Querido amigo, ¿Cómo puedo permitir que ocurra tal cosa? Aquel que abandona a un buen amigo para obtener otro es como un hombre que planta mijo ordinario en un campo de arroz, destruyendo así el cultivo bueno.”
Dorado se sintió totalmente seguro. Salió y abrazó a Fugaz por algún tiempo. El cuervo dijo entonces, “Espera aquí, amigo mío, mientras voy a buscar algo de comida.”
Fugaz entonces salió volando y pronto halló la carcasa de un toro que había sido dejado por un león. Después de comer hasta saciarse, rasgó un pedazo de carne y se lo llevó a Dorado.
“Toma esto y cómelo” dijo Fugaz.
Dorado entonces mostró a su amigo la pila de granos que había juntado. “Tú también deberías comer.”
“Ah, qué amable eres” dijo Fugaz. “Dar y recibir regalos, intercambiar secretos, ofrecer y tomar comida –estos son los seis signos de afecto mencionados en las escrituras.”
A medida que pasaba el tiempo, Fugaz y Dorado se hicieron más íntimos. Dorado se acurrucaba felizmente bajo las alas del cuervo y así pasaban el tiempo felizmente discutiendo moralidad y filosofía.
Un día, sin embargo, Fugaz llegó junto a Dorado con lágrimas en los ojos. Con voz ahogada dijo, “Querido amigo, creo que debo abandonar este lugar.”
“¡No! No digas eso. ¿Por qué?”
“Ha habido una terrible sequía. La gente hambrienta ya no deja ni el más mínimo resto de comida para aves como yo. Incluso están poniendo trampas para cazarnos. Ya no me siento seguro aquí.”
“¿Dónde irás?”
“Lejos, en el sur conozco una tortuga llamada Pasolento, que es un buen amigo. Él me traerá pescado para comer, estoy seguro.”
“Entonces llévame contigo. Yo también estoy sintiéndome muy apenado acá.”
“¿O? ¿Qué quieres decir?”
“Vayámonos hacia el sur y te contaré al llegar.”
Fugaz dudaba. “Es un largo camino. ¿Cómo viajarás tan lejos?”
“Llévame en tu espalda. Me aferraré a ti.”
Fugaz asintió felizmente con la cabeza. “¡Muy bien! Puedo continuar disfrutando de tu compañía. Sube a bordo entonces y partiremos.”
Mediante una serie de largos vuelos, Fugaz finalmente llegó al lago donde vivía Pasolento. Viendo al cuervo acercándose con un topo en su espalda, Pasolento sintió miedo. “Qué extraña visión” pensó y rápidamente se sumergió bajo las aguas del lago.
Fugaz aterrizó cerca del lago. Dorado saltó fuera y encontró un agujero donde ocultarse. Fugaz entonces llamó “¡Pasolento! Buen señor, por favor ven a ver a tu viejo amigo Fugaz.”
La tortuga sacó la cabeza fuera del agua y miró hacia arriba a Fugaz. Reconociéndolo, su cuerpo tembló de deleite y dijo, “¡Qué alegría! Qué bueno verte otra vez.”
Se abrazaron por algunos momentos y luego se sentaron a intercambiar noticias. Mientras hablaban, Dorado se les acercó y Pasolento dijo, “¿Quién es este topo? ¿Cómo es que lo trajiste hasta acá, cuando tendría que haber sido tu comida?”
“Este es Dorado, mi muy buen amigo. Él es sabio, bueno y lo considero prácticamente como mi segundo cuerpo. Pero él ha optado por abandonar su hogar y familia y venir aquí conmigo.”
“Oh, ¿Y por qué hizo eso?” preguntó Pasolento y Dorado comenzó a narrar su relato.