EL MONO DESCUIDADO


Una vez un rico comerciante dispuso que se construyera un templo en la selva justo fuera de su ciudad. Todos los días los obreros que construían el templo entraban a la ciudad para el almuerzo. Un día, uno de ellos había cortado por la mitad un gran tronco de árbol cuando llegó la hora del almuerzo. Entonces puso una cuña para que no se cayera mientras no estaba.
Poco después que se fueron los obreros, vino un grupo de monos. Descuidados y tontos, retozaban por el lugar de trabajo, escalando y balanceándose en la estructura a medio construir. Un mono particularmente desatento se tropezó con el árbol cortado por la mitad y comenzó a examinar la cuña. Acuclillado con la barriga colgando en el espacio entre las dos mitades del enorme tronco, tiró y empujó la cuña hasta que, de repente, se desprendió.

¡Kalump! El árbol se cerró apretando la barriga del mono, matándolo instantáneamente.
Cuidadoso terminó su historia con un movimiento de su pata en el aire. “Y por eso es que nunca debemos entrometernos en los asuntos de otros. Nuestro trabajo es simplemente seguir a Melena-dorada y comer cualquier remanente de comida que él considere apropiado dejarnos.”
“¡Qué! Replicó Astutó. “Piensas que nuestro único trabajo es ser carroñeros? Vaya, esa es la vida de despreciables cuervos. Sin duda estamos destinados para más que eso.”


*Moraleja: Ocúpate de tus propios asuntos*
“Quizás”, contestó Cuidadoso, “¿Pero porqué debemos preocuparnos  por los problemas de Melena-dorada? ¿Acaso, es nuestro deber? Déjame contarte otro cuento, sobre el burro entrometido”.
“Adelante”, dijo Astuto y nuevamente su hermano comenzó a hablar.