La Tortuga Parlanchina


Había una vez una tortuga llamada Cuello de Caparazón que vivía en un inmenso lago. Tenía dos gansos como amigos, llamados Esbelto y Corpulento. A medida que pasaba el tiempo tuvo lugar una sequía por doce años y el lago empezó a secarse. Los dos gansos fueron junto a la tortuga y le dijeron que se marchaban. Cuando él escucho esto dijo, “¿Y yo? ¿Me abandonarán aquí para que muera?”
“¿Qué mas podemos hacer?” preguntó Esbelto.
“Tengo una idea” contestó Cuello de Caparazón. Levantó un fuerte palo. “Me aferraré a este palo con mis dientes. Luego ustedes dos pueden levantarlo de cada extremo, y así transportarme por los cielos.”
“Muy bien” dijo Esbelto. “Pero ten cuidado de no decir nada cuando volemos, o sino estarás acabado.”
“Por supuesto. Mantendré silencio total.”
Los gansos entonces tomaron el palo con la tortuga aferrándose a él con sus dientes. Se elevaron en el aire con mucha dificultad y comenzaron su vuelo. Al pasar sobre una ciudad, la gente debajo miraba asombrada hacia arriba.
“¿Qué es esto? Preguntaban. “Parece un par de pájaros llevando alguna clase de rueda.”
Una muchedumbre se reunió rápidamente y el rumor de sus voces se elevó a los cielos. La tortuga, cuyo fin se estaba acercando, olvidó completamente lo que le habían dicho los gansos.
“¿Qué esta diciendo esta gente?” preguntó, e inmediatamente se cayó del palo y se hizo añicos en el suelo debajo. Algunas de las personas, hambrientas de carne, lo tomaron y lo cortaron en pedazos.
Moraleja: Haz caso al buen consejo
“De esta manera, Cuello de Caparazón murio por ignorar al buen consejo; no vayas por el mismo camino” dijo Devota. “Usa tu inteligencia, como lo hicieron los peces Sagaz y Precavido.”
Devota entonces relató otra historia.