EL Chacal y el Tambor


Una vez había un chacal que había estado muchos días sin comer. Su estómago estaba oprimido por el hambre y su garganta seca. Deambulaba por ahí buscando comida, y eventualmente llegó a un campo de batalla de reyes en las profundidades de un bosque. Súbitamente escuchó un gran sonido retumbante proveniente de algún lugar cercano. Se paró en seco y miró alrededor con temor.
“Este es mi final”, dijo. Miró al cielo y oró, “Oh dioses, sálvenme. Me he tropezado con alguna horrible bestia que sin duda me comerá.”
Escuchando que el sonido se hacía intermitente, se armó de coraje y decidió investigar. Caminó cautelosamente hacia el sonido y pronto vio un enorme tambor de batalla, como el pico de una montaña. Yacía cerca a un árbol que tenía una larga rama colgando hacia abajo. Cada tanto el viento golpeaba la rama contra el tambor, creando el atronador sonido.
“Ajá”, dijo el chacal, luego de observar como sucedía esto por algún tiempo. “Parece que esta bestia no puede moverse.”
Se dirigió al tambor y lo golpeó en ambos lados, pero permaneció inmóvil. Convencido que era el cuerpo sin vida de algún animal grande, comenzó a morder su costado.
“Llenaré mi panza con la grasa y carne de esta criatura,” pensaba mientras masticaba la dura piel. Pronto hizo un agujero y entró en el tambor, solo para encontrarlo completamente vacío.
Saliendo otra vez, el tonto chacal miró el tambor con curiosidad y luego rió, diciéndose a sí mismo,
“¡Qué impresionante sonido que hacía!
Pensé que estaba lleno de comida,
Hasta que entré en él y encontré
Que estaba hecho simplemente de madera.”
Astuto finalizó su relato diciéndole otra vez al rey león que no tema. “El sonido que temes probablemente no sea algo por lo que tengas que preocuparte en absoluto.”
“Quizás”, dijo Melena-dorada, “pero tan solo observa a mis seguidores. Ellos también están presos del temor. ¿Y si realmente existe una amenaza mortal viniendo hacia aquí?”
“Mira, te diré una cosa, Oh Rey. Iré a investigar para ti. Espera aquí que pronto regreso. Entonces sabrás a qué peligro te enfrentas, si existe”.
“¿Lo dices en serio?” preguntó el león asombrado. Y Astuto respondió: “Por supuesto, ¿No es acaso el deber de un leal sirviente arriesgar hasta su vida por su amo?”
“Bien dicho señor. Si realmente es tu intención, entonces ve con mis bendiciones. Buena suerte.” dijo el rey león.
Astuto se inclinó ante el león y luego se dirigió en dirección al bramido de Retozón. Pero luego que se marchara, Melena-dorada comenzó a dudar. Preocupado, reflexionaba, “¿Y si este chacal no es de confiar? Quizás abrigue malos sentimientos contra mí. Después de todo, he despedido a su padre del servicio, y se dice que aquel que al comienzo es honrado y luego deshonrado por el rey se vuelve su enemigo. Quizás, Astuto conducirá esta extraña bestia directo a mí.”
Melena-dorada se levantó y comenzó a caminar inquietamente. “Debo tener cuidado”, dijo. “Los sabios dicen que una persona débil puede resistir incluso al fuerte si es cuidadoso y desconfiado, pero una persona fuerte puede ser vencida hasta por él débil si es muy confiado.”
Habiendo pensado por algún tiempo, Melena-dorada decidió finalmente esconderse. Se puso detrás de algunos árboles cercanos y se sentó a esperar a que Astuto regresara, observando cuidadosamente en dirección donde se había marchado. Mientras tanto, Astuto se arrastró cuidadosamente hacia el río, desde donde el gran estruendoso sonido aún se escuchaba. Escondido tras unos arbustos, vio a Retozón revolcándose a orillas del río.
“¡Cielo santo!”, exclamó Astuto. “Es solo un buey.”
Moraleja: El conocimiento destruye el temor
Manteniéndose escondido, Astuto pensó cuidadosamente acerca de la situación. Este sin duda era un afortunado giro de los acontecimientos. Melena-dorada seguramente nunca haya visto antes un buey, ya que no ha estado cerca a las viviendas de los humanos. El chacal sonrió. Pronto tendría al león completamente en su poder.
Astuto giró y se dirigió de vuelta hacia la cueva de Melena-dorada riéndose entre dientes para sí mismo. “Un rey apenado es la felicidad más grande de un ministro”, dijo, brincando alegremente por el bosque. “El sabio ministro se puede favorecer grandemente por auxiliar a su amo.”
Viendo que volvía solo, Melena-dorada salió rápidamente de su escondite y adoptó su anterior postura y expresión, aparentemente despreocupado. “Dime lo que viste,” dijo, cuando Astuto llegó hasta él.
“Tuve un buen vistazo de la bestia,” dijo Astuto.
Melena-dorada sospechó. “¿Es eso verdad?”
“Sin duda, Oh Señor. ¿Cómo podría mentirte? El rey es la esencia de todos los dioses. Engañarlo trae la ruina para el que lo engaña. De hecho, un rey debe ser más temido que Dios Mismo, ya que la ira del Señor es experimentada después de la muerte, mientras que la del rey desciende inmediatamente.”
“Bueno, quizás lo viste. De hecho, creo que hubiera sido posible para ti acercarte a él, ya que aquellos que son poderosos no se molestan en usar su fuerza con el débil, tal como el poderoso huracán no arranca el pasto, solo altos árboles.”
“Sabias palabras, Rey, como sólo tú podrías hablar” dijo Astuto. “Tienes razón, y por lo tanto creo que podré traer la bestia aquí ante ti pacíficamente.”
“Hazlo en seguida entonces,” dijo Melena-dorada. “Estoy curioso por encontrarme con esta criatura.”
Inclinándose una vez más, Astuto se marchó y regresó donde Retozón estaba pastando. Llamó al buey con voz enojada. “Ey, tú, toro ignorante. ¡Ven aquí en seguida! El Señor Melena-dorada desea saber porqué estás bramando tan furiosa y osadamente. ¿No te importa su autoridad?”
Retozón miró hacia arriba. “¿Quién es este Melena-dorada?” preguntó inocentemente. Astuto asumió una expresión de ultrajada sorpresa. Lanzó una carcajada y dijo, “¡No lo sabes! ¿Quieres decir que no has escuchado acerca del rey de este bosque? Bien, lo conocerás muy pronto a través de su castigo.”
Astuto se acercó más a Retozón, que estaba comenzando a mostrarse preocupado. “Te diré quien es Melena-dorada, tonta bestia. Él es el poderoso Señor de esta región. Él posee enorme fuerza y poder. Sentado con la cabeza sostenida en alto en medio de sus muchos seguidores, su corazón se hincha de orgullo al observar su dominio. Nunca tolera ninguna transgresión.”
Retozón tembló. Estaba condenado sin duda. Habló a Astuto con débil voz. “Buen amigo, pareces una buena persona y eres bastante elocuente. Quizás podrías suplicarle a Melena-dorada en mi favor. No tuve intención de ofender.”
“Bueno, quizás pueda ayudarte. Parece que eres humilde y bien intencionado. Déjame ver qué puedo hacer.”
Astuto entonces le dijo a Retozón que no se moviera hasta que viera al rey. “Lo comprometeré con una promesa y entonces será seguro para ti acercártele. Espera aquí que pronto regresaré.”
Astuto entonces salió corriendo, dejando al preocupado Retozón parado al lado del río. El chacal regresó directamente con Melena-dorada y dijo en un tono atemorizado, “Mi Señor, esta no es una bestia común. Vaya, él es la sagrada montaña del Señor Shiva, el poderoso destructor del universo.”
Los ojos de Melena-dorada se abrieron de par en par. “¿Qué te dijo?”
“Me dijo que el Señor Supremo Mismo le había concedido el derecho a pastar en las praderas del Yamuna. Así él estaba felizmente deambulando y bramando de dicha.”
Melena-dorada pensó para sí mismo que esto debía ser así. Sin algún favor divino, ¿Cómo podría alguna criatura ser tan libre y sin temor en el bosque? Preguntó a Astuto, “¿Qué le contestaste entonces?”
“Mi Señor, le dije directamente que tú eres el monarca de esta región. También le dije que tú eres la montaña especial de la feroz consorte guerrera de Shiva, Durga. ‘Asegúrate de no ofender al poderoso Señor Melena-dorada’, le advertí. ‘Ve con él con afecto fraternal y él garantizará tu seguridad sin dudar. Quizás hasta te nombre como su ministro.’”
“Haz hecho bien, Astuto,” dijo Melena-dorada. “Creo que lo puedes traer aquí ahora. Le garantizo que estará a salvo. Pero ten cuidado. Aún no lo conocemos tan bien. Tal como la verdadera sabiduría de un hombre solo se ve cuando él actúa, la lealtad de los sirvientes solo se revela cuando son probados por la adversidad.”
Astuto se fue otra vez para buscar a Retozón. En el camino pensaba felizmente, “Ahora Melena-dorada está muy complacido conmigo. Es cierto lo que dicen; cuatro cosas son dulces como el néctar: un fuego en el agua, la visión del ser amado, comida cocinada en leche, y el favor real.”
Brincando alegremente por el bosque, Astuto pronto llegó al río, donde encontró al temeroso Retozón parado donde él lo había dejado. “O buey eres sin duda afortunado. Melena-dorada desea tu presencia.”
Astuto le dijo al toro que probablemente sería nombrado para un importante cargo por Melena-dorada. “Pero no obstante, Oh poderoso buey, no debes ignorarme. Aquel que ofende a un sirviente del rey pronto cae en la desgracia, tal como le sucedió a Buen gusto años atrás.”
Retozón estaba curioso. “¿Qué sucedió con Buen gusto?”
“Sólo escucha y te contaré,” dijo Astuto.