El Tejedor y la Princesa


En la región oriental conocida como Gauda, vivieron una vez dos amigos, un tejedor y un fabricante de carros. Ambos eran expertos en sus profesiones y se volvieron muy ricos. Se vestían con las prendas más opulentas, adornados con guirnaldas de flores y  ornamentos de oro. Y así pasaron sus días trabajando en su arte, disfrutaban juntos todas las tardes en diversas casas de placer. De esta forma, transcurrían sus días.
Una vez se celebraba un gran festival y todos los ciudadanos salieron con sus ropas más finas. Se agolpaban en las calles y plazas, encontrándose en los templos y otros lugares públicos. El tejedor y el fabricante de carros también habían salido, observando como disfrutaba la gente. Mientras paseaban por la calles, pasaron por casualidad por una gran mansión blanca de siete pisos. En un balcón superior estaba sentada una doncella rodeada por sus compañeras. Obviamente ella era una princesa. Su rostro parecía un loto recién florecido y estaba enmarcado por enrulados mechones de cabello negro azulado. Su gran belleza deslumbraba a todo aquel que la veía. Dos aros de oro se balanceaban de adelante hacia atrás como columpios destinados para Cupido mismo. Como la diosa del sueño reteniendo los ojos de todos, ella acaparó la mirada de los dos hombres que quedaron observándola fijamente.
El tejedor estaba particularmente impresionado por la belleza de la doncella. Con sus ojos clavados en su incomparable forma, él permanecía inmóvil en el lugar. Sentía su corazón atravesado de lado a lado por la flecha de Cupido. Juntando todas sus fuerzas, de algún modo se alejó y trató que no se notaran sus sentimientos. Él era un tejedor y ella era la hija de la realeza - ¿Cómo entonces podrían unirse alguna vez?. Efectivamente, la ley prohibía tal unión.
Regresó lentamente a su hogar y se retiró a su cama, donde permaneció despierto toda la noche pensando en la muchacha.
Al día siguiente intentó ocuparse en su trabajo, pero donde quiera que mirase, veía el rostro de la muchacha. Ardiendo de deseo, apenas podía realizar algún trabajo. Él estaba atormentado por el dolor pensando en la doncella. Con su mente y sus sentimientos en un torbellino pasó otra difícil noche, lamentando su suerte.
Al día siguiente su amigo vino a verlo. Inmediatamente pudo detectar que algo estaba mal.  Poniendo una mano sobre el hombro del tejedor, le dijo, “Dime que te aflige, mi querido amigo,”
El tejedor estaba demasiado avergonzado para decir la verdad. “No es nada, solo un poco de fiebre.”
Pero el constructor de carros pudo detectar que era algo más. “Por favor cuéntame. No traicionaré tu confianza. ¿Qué clase de amigo es aquel a quien temes su ira, o de quien dudas de su confianza? Espero ser más que eso para ti.”
Inspirado por las palabras del constructor de carros, el tejedor reveló su corazón. “Me he enamorado de la princesa que ambos vimos el otro día. Ahora no puedo pensar en ninguna otra cosa. Debo tenerla, ¿pero cómo?”
El constructor de carros estuvo pensativo por un momento, y luego dijo, “¿Tú no temes a la ley? Tú eres un artesano, un miembro de la tercera clase de hombres, mientras que esta muchacha pertenece a la segunda clase.”
“Sí, estoy muy consciente de ello. Pero se me ocurrió que mientras su padre es un rey, su madre puede provenir de una clase inferior, ya que los reyes pueden casarse con tales mujeres.”
El tejedor suspiró. Esto era hacerse ilusiones, él lo sabía. No había posibilidad alguna que él ganara la mano de la princesa. Pero  no podía parar de pensar en ella. Su corazón lo había abandonado.
Viendo a su amigo completamente distraído por el deseo, el constructor de carros pensó larga y concentradamente. Al final dijo, “Tengo una idea. Dame un par de días y regresaré. Creo que disfrutarás las delicias del amor con la princesa.”
El constructor de carros entonces se marchó, dejando a su amigo perdido en tiernos ensueños sobre la princesa. Dos días después regresó, trayendo consigo un artefacto grande y de madera.
“Esto es un águila voladora” dijo. “Lo he diseñado de manera tal que tú solo jales estos ejes de aquí y se levante del suelo.  Si los empujas nuevamente descenderá lentamente, la puedes dirigir hacia donde quieras.”
El tejedor miró el dispositivo brillantemente pintado. Efectivamente parecía un águila. El constructor de carros la había diseñado con gran destreza. Sobre su espalda había un lugar donde un hombre pudiera pararse.
“Montado en esta águila parecerás tal como el Señor Vishnu” dijo el constructor de carros. “Escucha mi idea. Vístete como Vishnu. Luego monta el águila y elévate hasta la terraza de la princesa. Cuando ella te vea descendiendo como el Señor mismo, te aceptará sin dudar como su esposo.”
El tejedor no estaba seguro. Personificar a Vishnu era un asunto riesgoso. Él había escuchado historias acerca de personas en el pasado que se habían hecho pasar por el Señor. Tendían a encontrar un final súbito y violento en las propias manos de Vishnu. Pero el constructor de carros le dio confianza.
“No temas. He averiguado que la princesa duerme sola. Si ella acepta voluntariamente tu mano en matrimonio, entonces que tú seas de una casta inferior es solo una transgresión menor.”
Tranquilizado por el constructor de carros e impelido por el intenso deseo de casarse con la princesa, el tejedor aceptó el plan. “Muy bien. En este caso, pienso que mi corazón es mi autoridad y no será apartado de esta doncella.”
Esa noche el tejedor se vistió con opulentas ropas de seda. Se empolvó por todas partes con fino polvo de madera de sándalo y perfumó todo su cuerpo. Poniendo alrededor de su cuello una pesada cadena de oro con una gran gema colgando de ella, se puso aros, brazaletes y un casco enjoyado. Guirnaldas de flores perfumadas completaban su disfraz, y el tejedor se sintió listo para ir con la princesa. Se trepó a bordo del águila de madera y levantó vuelo.
En el palacio la princesa estaba recostada en su cama mirando ociosamente hacia afuera por la ventana. Se preguntaba cuando su padre iba a encontrarle un marido. Al mirar fijamente hacia arriba al cielo nocturno, de pronto vio al tejedor descendiendo a su balcón sobre el águila. Saltó inmediatamente y se dirigió a la ventana.
El tejedor bajó de su montura y la princesa, confundiéndolo con Vishnu, se inclinó inmediatamente a sus pies. “¿Por qué he sido bendecida con esta visión divina, Oh Señor? Ordéname qué debo hacer.”
“Hermosa dama, eres tú la que me ha traído aquí.”
“¿Yo, una simple doncella mortal?”
“No, no. Tú eres mucho más que eso. Tú eres parte de mi consorte eterna, la Diosa Lakshmi. Has caído a la tierra debido a una maldición, pero ahora yo estoy aquí en forma humana para reclamarte. Esta noche nos casaremos mediante los rituales Gandharva.”
“Si, mi Señor” susurró la asombrada princesa.
El tejedor luego sacó una guirnalda de flores y se la puso a la princesa, significando su unión en matrimonio. Esa noche la princesa entró en su abrazo y el matrimonio fue consumado. Justo antes del amanecer, el tejedor se levantó y se marchó.
“Debo regresar a mi propia morada” dijo. “Pero regresaré esta noche.”
Muchos días se deslizaron en dicha nupcial para el tejedor y la princesa. Cada noche él venía a ella y luego justo antes del amanecer se marchaba. Día a día el amor de ambos crecía y ellos solamente pensaban uno en el otro.
Un día, sin embargo, los sirvientes de la princesa se dieron cuenta que ella estaba viendo a un hombre. Sus labios y su cuello estaban levemente amoratados, y estaba claramente distraída por pensamientos amorosos. Temiendo la ira del rey si guardaban un secreto, los sirvientes fueron y se lo contaron.
“¡Ay de mi, una hija es la fuente de tanta ansiedad!” El rey sacudió su cabeza. “Desde que nació que ella roba el corazón de su madre. Luego, cuando crece, se debe tener tanto cuidado. Finalmente, hay que encontrar un esposo adecuado –el problema más grande de todos.”
Pensando de esta forma, el rey fue junto a su esposa y dijo, “Querida dama, escucha bondadosamente lo que los cuidadores de nuestra hija tienen que decir, parece que algún hombre ha cometido un acto muy pecaminoso, convocando al dios de la muerte a su presencia.”
La reina escuchó el informe de los sirvientes. Luego corrió al departamento de su hija. Viendo por sí misma las señales reveladoras de actividad romántica, reprendió a su hija. “¡Malvada hija! ¿Cómo pudiste echar a perder el honor familiar de esta forma? ¿Quién es el hombre maligno que ha osado profanarte?”
“No, Madre. Tú no entiendes. Déjame explicar.” La princesa contó a su madre todo lo que había ocurrido. Escuchando esto, la reina se sintió contentísima y regresó corriendo junto a su marido.
“Querido Señor, estamos bendecidos. Nuestra prosperidad no tiene límites. El Señor Vishnu mismo ha aceptado a nuestra hija como su esposa.”
La reina narró todo a su asombrado esposo. “Esta noche veremos al Señor con nuestros propios ojos, pero Él no hablará con comunes mortales.”
Esa noche el rey y la reina se escondieron en el balcón del departamento de su hija. Efectivamente, cuando cayó la noche vieron lo que parecía ser el gran Señor Vishnu descendiendo del cielo en su águila portadora.
Sintiendo como si fuera a explotar de alegría, el rey le dijo a su esposa, “¿Quién es más afortunado que nosotros? Todas las esperanzas que teníamos para nuestra hija están maravillosamente cumplidas.” El rey consideró que con Vishnu como yerno, él podría conseguir cualquier cosa que deseara. Se volvió completamente audaz.
Poco tiempo después, los emisarios del Emperador Intrépido, quien era el poderoso soberano de los países del sur, llegaron a la capital del rey. El rey, sin darles importancia, no los recibió con los usuales honores que ellos esperaban.
Enojados por la forma que eran tratados, los emisarios se quejaron ante el rey y dijeron, “Hace mucho tiempo que no pagas tus tributos a nuestro emperador. ¿Qué es esta muestra de beligerancia?”
El rey solamente rió y los emisarios se enojaron aún más. “La ira del Emperador Intrépido, la cual se parece a los vientos de tormenta atronadora, unido con veneno de serpiente maligno, caerá sobre ti muy pronto, si no nos pagas ahora.”
En la tierra todos miraban hacia arriba con asombro al tejedor transportado por un águila exactamente parecido al Señor Vishnu. “¡Qué visión sagrada!” exclamaban. “¿Nos dará muerte ahora el Señor?”
El tejedor entonces levantó su disco y lo lanzó hacia Intrépido. Lo golpeó en la cabeza y lo decapitó inmediatamente. Horrorizados ante esta visión, todos los reyes y príncipes que eran sus aliados saltaron de sus caballos y sus carros y se inclinaron ante la forma de Vishnu. “¡Apiádate de nosotros! Dinos que debemos hacer” gritaron.
“No teman” dijo el tejedor. “Ahora deben aceptar al rey de Gauda como su emperador. Obedézcanle todo el tiempo.”
“Entonces que así sea” dijeron los otros monarcas, guardando sus armas. El tejedor entonces continuó viviendo muy feliz con la princesa en Gauda.
“De esta manera sucede que hasta los dioses ayudan a un hombre firmemente resuelto en su propósito” concluyó Astuto.
Moraleja: La Determinación supera todos los obstáculos.
“Muy bien” dijo Cuidadoso. “Si es tu firme deseo, entonces ve con Melena-dorada. Pero mis temores permanecen.”
Astuto entonces se marchó para ver a Melena-dorada. Cuando llegó, el león dijo, “Ah, Astuto. Hace tiempo que no te veo. ¿Qué te trae hoy por aquí?”
Astuto se inclinó profundamente. “Su Majestad, una cuestión urgente ha surgido que necesita tu inmediata atención. Temo que son malas noticias. Pero es mi deber como tu ardiente bienqueriente de decírtelas, ya que se dice,
Muchos son aquellos que hablarán
Palabras que agraden al oído.
Pero aquellos preparados a decir o incluso a escuchar
Desagradables verdades sin temor
Son sin duda muy raros.”
Melena-dorada estaba intrigado. “Bien, ¿Qué es lo que hoy deseas decir? Habla sin temor. Estoy listo a escucharlo.”
Astuto bajó la voz. “Es sobre Retozón, tiene planes con tu reinado. Habiendo evaluado tu poder, él cree que será fácil usurpar tu posición. Él me ha confiado esto a mi, pero como yo soy tu fiel sirviente no perdí tiempo en venir a contártelo.”
Melena-dorada se quedó sin habla. Su mandíbula cayó. Viendo la conmoción en su rostro, Astuto continuó, “Es verdad, Oh Rey. Este es un gran peligro que te ha sobrevenido. Ten cuidado. Tres cosas deben ser quitadas en el momento: una espina, un diente flojo, y un malvado ministro.”
Astuto dijo que Retozón obviamente se había vuelto demasiado orgulloso, habiendo sido elevado a un alto estatus por el rey. “Del orgullo se ha originado el desdén por tu posición, y del desdén ha crecido su plan para destruirte.”
Melena-dorada no estaba seguro. “Retozón es el mejor sirviente que jamás he conocido. Nunca me ha faltado el respeto. ¿Cómo podría estar complotando contra mí?”
“¿Qué sirviente no aspira a posiciones cada vez más elevadas? Es únicamente cuando no tienen poder cuando muestran respeto a sus amos.” Respondió Astuto.
“No tengo corazón para volverme contra Retozón. Por su dedicado servicio se ha vuelto querido por mí. Incluso si ahora comete alguna transgresión, estoy preparado para perdonarlo.”
“Ese es el problema, Oh gran monarca. Has concedido demasiada confianza a Retozón. Ahora él se siente seguro. No cometas errores, él está codiciando tu puesto.”
Astuto habló explayándose más para convencer al rey león, citando muchas instrucciones morales de las escrituras. Le advirtió que por conservar la confianza en una persona de poca confianza él podría arruinarse. Astuto entonces le relató otra historia.
“Ahora escucha el relato de cómo Bicho, la sabandija, fue muerta por culpa de Boca de Fuego, el mosquito.”