El Brahmana, el Demonio y el Ladrón


Había una vez un brahmana llamado Devoto, quien vivió por mucho tiempo en la pobreza más abyecta. No tenía ninguna posesión y vivía en una pequeña choza. Por el frecuente ayuno y por soportar el calor, el viento y la lluvia, su cuerpo se había demacrado y cubierto de cabello erizado.
Un día, un discípulo suyo le dio en caridad un par de terneros. Devoto los cuidó con amoroso afecto, saliendo diariamente para mendigar comida para ellos. Siendo alimentados con manteca, pasto, sésamo y verduras suculentas, los terneros se convirtieron en vacas gordas y de buen aspecto.
Un cierto ladrón estaba pasando un día por la choza de Devoto. Vio las dos vacas de magnífico aspecto e inmediatamente deseó tenerlas. “Esta noche robaré del brahmana estos dos animales” pensó.
Cuando cayó la noche, el ladrón se arrastró hacia las vacas con una soga en sus manos. Pero al acercarse a ellas, súbitamente vio un demonio de aspecto temible frente a él. De orejas puntiagudas, largos colmillos, brillante cabello rojo y un cuerpo marrón, el demonio era una visión terrible.
Temblando de terror, el ladrón dijo, “¿Quién serías tú, su alteza?”
“Yo soy Brahma Rakshasa, el espíritu encarnado de un brahmana muerto que llevó una vida pecaminosa” contestó. “Mi nombre es Orador de la Verdad. Ahora dime, ¿Quién eres?”
El ladrón habló con voz temblorosa. “Yo, yo soy un ladrón, señor, planeando robar las vacas de un brahmana. Ahora estoy yendo justó allí.”
“Muy bien” contestó el demonio. “Iré contigo. Es tiempo de comer y haré del brahmana mi comida.”
El ladrón asintió, aliviado que el demonio no iba a comerlo a él y los dos juntos partieron a la casa del brahmana. Se deslizaron adentro y vieron que el brahmana estaba dormido. El demonio entonces avanzó hacia su cama, sus brazos estirados hacia adelante listos para atrapar el brahmana dormido.
“Espera” susurró el ladrón. “Déjame robar sus vacas primero. Luego puedes atacarlo.”
El demonio le gruñó. “¿Qué? Y arriesgarme a perder mi cena. ¿Y si tu haces ruido y lo despiertas?”
“Eso es exactamente de lo que estoy preocupado” dijo el ladrón. “Sin duda tú lo despertarás y si fracasas en matarlo, entonces yo también fracasaré.”
Los dos empezaron a discutir, elevándose sus voces más y más. Finalmente el brahmana se despertó y se incorporó. “¿Qué es esto?”, preguntó, frotándose los ojos.
“¡Ten cuidado!” dijo el ladrón. “Hay un Brahma Rakshasa aquí que quiere matarte y comerte.”
El demonio lanzó una carcajada y dijo, “Y el es un ladrón que va a quitarte tus vacas.”
Dándose cuenta del peligro en el que se encontraba, el brahmana juntó las palmas y empezó a rezar a Vishnu. Por el poder del Señor el demonio fue rápidamente alejado. El brahmana luego tomó un grueso garrote. Saltó de su cama y persiguió al ladrón fuera de su casa.
“De esta forma, los enemigos que pelean nos pueden hacer mucho bien” concluyó Nariz Ganchuda. “Por lo tanto dale refugio a este cuervo.”
Moraleja: A veces los enemigos pueden hacerte el bien
“Estoy de acuerdo” dijo Oído Rampante, el último de los ministros. “También opino que el cuervo debiera ser perdonado. Me recuerda la historia del Rey Sivi, la cual ilustra perfectamente como uno debiera conducirse con una persona indefensa que está buscando protección.”
“Cuéntanos la historia” dijo Destructor del Enemigo y Oído Rampante comenzó a narrar.