INTRODUCCIÓN
Hace mucho tiempo en la India, vivió un viejo sabio llamado Vishnu Sharma. En ese mismo tiempo, también vivió un rey llamado Amara Shakti, quien tenía tres hijos. Estos muchachos eran una preocupación constante para el monarca. Prestaban poca atención a sus lecciones y no mostraban señales de ser capaces de asumir alguna vez el reino.
  Muy ansioso, el rey consultó con Vishnu Sharma, quien prometió que en solo seis meses podría convertir al príncipe tan sabio como el gran señor del cielo, Indradeva. “Poderoso rey”, dijo el sabio, “más importante que el conocimiento es saber como usarlo. Yo les enseñaré esto a tus hijos. 




Ellos aprenderán cómo pensar, no qué pensar. Entonces estarán listos para gobernar el mundo.”
Por lo tanto el rey envió a sus hijos con Vishnu Sharma, El sabio entonces comenzó a contarles historias. “Estos cuentos de animales y hombres”, dijo, “despertarán sus inteligencias y los hará iguales a los dioses.”

 
Aquí entonces están las fascinantes historias relatadas por Vishnu Sharma, que tomaron la forma de cinco libros separados. El Pancatantra, o “Cinco Sabias Lecciones”.

El Curioso Brahmana


Había una vez un brahmana que estaba viajando por un profundo bosque. Al pasar bajo cierto árbol alto, un Rakshasa llamado Pérfido saltó de una rama y aterrizó en su espalda.
“Llévame por este sendero” ordenó con voz áspera.
El aterrorizado brahmana avanzaba con dificultad con el pesado demonio sobre su espalda. Al tambalearse por el sendero, notó de casualidad que los pies del Rakshasa eran tiernos y sin marcas. Curioso por esto, le preguntó al demonio, “¿Cómo es que tú, un habitante del bosque, tenga pies tan suaves?”
“Hice un voto de nunca tocar la tierra con los pies desnudos” replicó Pérfido.
El demonio entonces ordenó al brahmana que lo llevase a un lago cercano. Cuando llegaron al borde del lago el demonio dijo, “Voy a tomar mi baño y adorar a mis deidades. Espera justo aquí en el borde. Te estaré observando y si intentas huir te mataré y te devoraré.”
El demonio se zambulló en las aguas, dejando al brahmana temblando de miedo. Era evidente para él que el Rakshasa tenía la intención de comerlo de todas maneras. Pero había dado a conocer su voto. El brahmana se dio cuenta que si se alejaba del lago estaría seguro, ya que el demonio no lo seguiría a pie. Pensando así, se marchó silenciosamente. Cuando estuvo a cierta distancia del lago, comenzó a correr y salió corriendo velozmente. Pérfido, temeroso de romper su voto, simplemente permaneció en el agua y lo observó.
“Así fue como el brahmana se salvó porque era curioso” dijo el consejero de Brazo Poderoso.
Moraleja: El inteligente pregunta siempre
“Muy bien” dijo el rey. “Convoca a los sacerdotes reales.”
Cuando los sacerdotes llegaron dijeron, “Esta niña es un mal presagio para ti, Oh rey. Mejor no la veas en absoluto. Hazla criar fuera del palacio y cuando esté en edad debes casarla. Luego envíala a ella y a su esposo lejos del reino.”
El rey siguió este consejo; así cuando la princesa llegó a la edad de matrimonio, hizo que voceadores fueran por la ciudad golpeando tambores y pregonando: “A quien quiera que se case con la princesa de tres pechos se le dará diez mil monedas de oro. Pero luego debe desaparecer de los dominios.”
Esta proclama fue hecha por largo tiempo, pero nadie respondió. Entonces un día un hombre ciego, que tenía a un jorobado como compañero, escuchó la proclama. Le dijo a su amigo, “¿Por qué no aceptamos esta oferta?” Nuestras vidas aquí son de una tristeza abyecta. No tenemos ningún dinero y estamos luchando por sobrevivir. Como se dice,
Bondad, ingenio y generosidad,
Esfuerzo y vitalidad,
Sabiduría, virtud, y también verdad,
Se encuentran en un hombre cuya panza está llena.”
Luego de decir esto, el hombre ciego fue junto al voceador y tocó el tambor, significando la aceptación de la oferta. Los hombres del rey entonces fueron rápidamente a informarlo. El rey dijo, “Sea ciego, sordo, mudo o lo que sea, si acepta casarse con la muchacha, entonces denle el dinero y asegúrense que se marche lejos de aquí.”
Los sirvientes del rey organizaron inmediatamente el matrimonio. Cuando todo terminó, le dieron el oro al hombre ciego. Luego él, la princesa y el jorobado fueron todos puestos en un barco de pescadores. Los sirvientes reales dijeron a los pescadores, “Tomen este oro como pago y luego lleven a estas tres personas a alguna tierra distante.”
Luego de algunos días de viaje, el hombre ciego y sus dos acompañantes llegaron a un país extranjero donde compraron una casa y se establecieron. Vivieron pacíficamente por algún tiempo, pero luego la princesa comenzó a tener un amorío con el jorobado. Un día cuando estaban juntos, ella le dijo, “Mi amor, ¿Por qué no matamos a mi marido? Entonces podríamos vivir felizmente juntos. Encuentra algún veneno y dáselo, y yo seré la mujer más feliz del mundo.”
Extraviado por las malvadas súplicas de su amante, el jorobado aceptó. Fue al bosque a buscar alguna planta venenosa, pero mientras estaba buscando se topó con una serpiente negra que estaba muerta.
“Que buena suerte”dijo, levantando la serpiente. “Esto puede ser cocinado y servido a mi compañero ciego. Esto debería funcionar.”
Entonces le dio la serpiente a la princesa y ella la espació y cocinó muy cuidadosamente. Mientras estaba hirviendo en el fuego, decidió hacer otras cosas. Llamó a su marido ciego, “Mi querido, justo estoy preparándote tu plato de pescado favorito. ¿Podrías ayudarme a revolver la cacerola mientras me ocupo del lavado de tus ropas?”
El hombre ciego aceptó felizmente y fue hacia la cacerola tomándo el cucharón. Pero al revolver la mezcla, se elevaron vapores venenosos y para su completa sorpresa, comenzaron a curar su ceguera. Los vapores derritieron la gruesa película que cubría sus ojos. Miró alrededor sorprendido y luego súbitamente notó el contenido de la cacerola. “¡Mi Dios!” pensó. “Esto no es un pescado. Es una serpiente. Algo sucio está en marcha aquí. Parece que alguien desea envenenarme.”
Preguntándose si era su esposa o el jorobado, siguió actuando como ciego, sin decir nada. Calculó que ésta sería la mejor forma para llegar al fondo de la situación. Poco tiempo después regresó el jorobado y comenzó a besar y acariciar a la princesa. El esposo de la princesa estaba enfurecido. Caminó lentamente hacia la pareja de amantes como si estuviera ciego. Cuando estuvo suficientemente cerca, se agachó hacia adelante y aferró los pies del jorobado. En un ataque de furia empezó a hacerlo dar vueltas. La princesa corrió hacia él y trató de detenerlo, pero golpeó al jorobado contra su pecho. Por hacer esto él empujó hacia adentro su tercer pecho; al mismo tiempo el jorobado fue enderezado.
“Entonces lo ves” concluyó Porta Rueda, “los tres juntos fueron favorecidos por la fortuna, incluso como resultado de una acto malvado.”
Moraleja: El éxito depende del destino
“Puede ser así” dijo Buscador de Oro. “Pero no obstante, nadie debería actuar precipitadamente o equivocadamente. Podemos estar controlados por el destino, pero en última instancia el destino depende de nuestros actos, buenos o malos. Los actos necios o pecaminosos siempre tienen una consecuencia dolorosa, tarde o temprano.”
Buscador de Oro luego se marchó definitivamente dejando a su desafortunado amigo y fue hacia su casa.

Aquí finaliza el quinto y último Tantra. Este trabajo, consiste en instrucciones tomadas de los escritos de muchos grandes sabios de la India. Está destinado a facultar a un hombre para que viva pacíficamente en este mundo y así ayudarlo a finalmente llegar a los reinos de la felicidad eterna.
Que las bendiciones del todo poderoso Señor Krishna estén con todos sus lectores.

La Princesa de Tres Pechos


En el lejano norte, había una vez una ciudad llamada Madhura. Un poderoso rey llamado Brazos Poderosos reinaba en la ciudad. Un día le nació una hija. Pero cuando el médico real la examinó, vio que tenía tres pechos. Preocupado por este extraño evento, el rey llamó a sus consejeros y les preguntó que debería hacer.
“Esto es altamente no auspicioso” dijo uno. “Lleva esta niña al bosque y abandónala.”
“No, no debiéramos precipitarnos” dijo otro. “Puede ser que esto sea no auspicioso, pero no obstante deberíamos consultar con los sabios eruditos. Asegurémonos de no transgredir ninguna ley de Dios antes de actuar. Una persona sabia siempre averigua antes de hacer algo. Había una vez un brahmana que salvó su vida simplemente por hacer averiguaciones.”
“Oh, ¿Cómo fue eso?” preguntó el rey y su consejero narró la historia.

El Crédulo Demonio


Había una vez un poderoso rey llamado Gran Poder, que tenía una hija tan bella como la luna. Un día, un aterrador demonio fantasmagórico la observó mientras ella se encontraba en el balcón del palacio y fue dominado por la lujuria. Esa noche, entró a su habitación y la violó mientras dormía. Incapaz de ver al demonio y sin saber que estaba sucediendo, la princesa se sintió paralizada por algún extraño poder. Su cuerpo temblaba y se afiebró. Después de una hora el demonio se marchó, habiendo satisfecho su lujuria.
Esto continuó por algunos días, con el demonio viniendo cada día al atardecer. Luego un día la princesa consiguió reunir fuerzas para pedir socorro. Sus asistentes  corrieron dentro de la habitación, viéndola sacudirse en la cama y mostrando las señales de posesión demoníaca, salpicaron su frente con agua fresca. El demonio entonces apareció ante ella en el rincón de la habitación.
“¡Miren allí!” exclamó. “Es mi atacante. Todas las tardes, cuando viene el crepúsculo él me ataca.”
Escuchando esto, el demonio pensó, “¿Oh, entonces hay otro demonio llamado Crepúsculo? Parece que él también está disfrutando de esta muchacha. Estoy seguro que no pasará mucho tiempo antes que nos encontremos cara a cara. Bien, pienso que mejor mido su fuerza.”
Con esto en mente, el demonio decidió asumir la forma de un caballo y pararse entre los otros caballos fuera del palacio. “De esta forma, puedo observar este otro demonio sin ser notado” pensó.
Más tarde esa noche un ladrón entró a los establos, queriendo robar un caballo. Después de examinar todos los animales, decidió que el caballo demonio era el mejor. Rápidamente lo montó y cabalgó en la noche.
El demonio estaba aterrorizado. Sin duda este era Crepúsculo sobre su espalda, con la intención de matarlo a la primera oportunidad. ¿Qué podía hacer para escapar?
Mientras el demonio se devanaba los sesos, el ladrón lo golpeó fuertemente con un látigo. El aterrorizado demonio salió galopando con una velocidad tremenda.
“¡Uou! ¡Tranquilo!” gritó el ladrón, tirando de las riendas, pero el demonio siguió corriendo a toda velocidad.
El ladrón empezó a dudar. Este sin duda no era un caballo común. Corría a la velocidad del viento. Quizás era algún demonio disfrazado de caballo.
Pensando de esta manera, el ladrón miró alrededor y vio que estaba a punto de pasar bajo la rama de un árbol. Arriesgándose, se extendió hacia arriba y se aferró de la rama, dejando que el demonio siguiera galopando sin él. Respirando de alivio, saltó hacia abajo. Pero al hacerlo, un mono, que era amigo del demonio, lo llamó, “¡Amigo mío! ¡Detente! ¿Por qué huyes de este hombre? Él debería ser comido por ti, no temido.”
El demonio se levantó y asumió su verdadera forma. Girando sobre sus talones, observó al ladrón, todavía sin estar seguro. El ladrón, mientras tanto, furioso con el mono, aferró su larga cola y la mordió extremadamente fuerte. El mono aulló de dolor. Viendo esto el demonio le dijo, “Parece que eres atrapado rápidamente en las garras de Crepúsculo. Haz caso de mi consejo. Aquél que huye vive más.”
Moraleja: Sabe cuando huir
“Entonces, como ese demonio, tenía la intención de huir lejos de aquí” dijo Buscador de Oro. “En cuanto a ti amigo mío, me temo que tendrás que quedarte aquí, cosechando los frutos de tus actos apresurados.”
“Apresurado podría haber sido, o lo que sea” dijo Porta Rueda, “pero los resultados de todos los actos dependen del destino. Incluso una persona que actúa neciamente puede obtener un buen resultado si la fortuna lo favorece. Déjame contarte una historia que prueba este punto.”

La Venganza del Mono


Vivió una vez un rey llamado Chandra, quien mantenía una tropa de monos para el disfrute de su hijo. Los monos eran bien atendidos, alimentados con comidas elegidas,  estaban gordos y muy contentos. El rey también mantenía un par de carneros, que eran usados para tirar el carro del joven príncipe. Uno de los carneros era un verdadero glotón y frecuentemente entraba a las cocinas del palacio, engullendo cualquier cosa que pudiera encontrar por ahí. Los cocineros estaban permanentemente persiguiéndolo y golpeándolo con cacerolas, sartenes, cucharones y cualquiera cosa que pudieran coger.
Ahora, el jefe de la tropa de monos era altamente erudito, habiendo estudiado los textos de muchos grandes maestros. Después de observar las bufonadas del codicioso carnero por algún tiempo, comenzó a pensar. “Esta pelea entre el carnero y los cocineros es un mal presagio para los monos. Puedo verlo venir. El carnero está obsesionado por la comida y los cocineros son rápidos para enfurecerse. Tarde o temprano golpearán al carnero con un leño ardiente del fuego de la cocina. El pelo del carnero arderá y saldrá corriendo de la cocina y desorientado irá directamente hacia los establos que están justo enfrente. Llenos de heno, los establos se incendiarán y sin duda se quemarán muchos caballos. Ahora, el sabio Shalihotra, quien escribió el texto definitivo sobre la ciencia veterinaria, ha dicho que el mejor tratamiento para las quemaduras es la grasa de monos. Entonces los monos serán matados, ya que el rey de hecho valora más a sus caballos que a nosotros.”
Habiendo llegado a esta conclusión, el jefe de los monos llamó a todos los monos. Advirtiéndoles acerca del peligro inminente, dijo, “Marchémonos ahora, antes que sea demasiado tarde. Tengan por seguro que la riña del palacio tendrá un espantoso final. Como se dice,
Las malas relaciones destruyen a todas las dinastías.
Las malas palabras a las amistades también.
Los malos gobiernos arruinan a todos los países.
Y la mala conducta acaba con la fama de un hombre.
Pero los monos solo rieron. “Nosotros no nos vamos a ningún lugar. Esta es una gran vida –nos alimentan a mano con las mejores comidas. Oh, Abuelo, debes estar volviéndote senil. ¿Piensas que renunciaremos a esto por una vida en el bosque, forrajeando por frutas?”
“Tontos” replicó mordazmente el jefe de los monos. “¿No ven en qué va a terminar todo? Lo que ahora parece néctar se convertirá en veneno, acuérdense de lo que digo. Yo me marcho, ya que no puedo soportar presenciar la destrucción de mi clan. Dicho esto, el jefe de los monos se marchó hacia los bosques.
Poco tiempo después que se hubo marchado, el codicioso carnero de nuevo corrió dentro de la cocina y empezó a tomar comida de todas partes. Tal como el jefe de los monos lo había predicho, uno de los cocineros tomó un pedazo de madera ardiente y golpeó al carnero, prendiéndolo fuego.
Balando de agonía, el carnero huyó fuera de la cocina entrando en los establos. Rodó por el heno, tratando de apagar el fuego. El heno explotó en llamas y todos los establos en seguida ardieron. Algunos de los caballos murieron por el calor, mientras otro se soltaron de sus riendas y huyeron del establo, con sus cuerpos malamente quemados.
El rey se disgustó mucho y llamó a los veterinarios del palacio. “¿Cómo podemos tratar a mis caballos?” les preguntó.
“Su Majestad, Shalihotra prescribe un ungüento con grasa de mono como el mejor remedio para esta herida.”
“Entonces no pierdan más tiempo. Maten a los monos y preparen su grasa” dijo el rey. Los sirvientes del palacio inmediatamente llevaron a cabo esa orden y todos los monos fueron pronto matados.
Con el tiempo, el jefe de los monos se enteró de esta atrocidad perpetrada contra los de su clase. Tembló de pena e ira y se devanó los sesos pensando en alguna forma de vengar a los monos. Por algunos días apenas comió o durmió tratando de encontrar una manera de vengarse. Entonces una mañana al acercarse a un lago para beber, notó que había huellas tanto de hombres como de animales que se acercaban al lago pero  que ninguna salía de él. Se le ocurrió que debía haber alguna clase de monstruo viviendo en las aguas del lago. Sin querer tomar ningún riesgo, tomó un largo tallo de loto y lo usó como sorbete para tomar un trago.
Mientras el mono bebía, un Rakshasa de aspecto terrible emergió del centro del lago, llevando un brillante collar de rubíes. “¡Ey tú, mono! Llamó. “Gracias a tu buen sentido has sido afortunado hoy. Siempre devoro a los que entran a este lago para refrescarse. ¡Bien hecho! Has escapado y estoy complacido por tu inteligencia. Dime qué puedo hacer por ti.”
Manteniendo prudencial distancia, el mono dijo, “Dime, buen señor, ¿Cuántas personas puedes comer?”
El demonio lanzó una fuerte carcajada, un sonido como un trueno atronador. “Tantas como puedas contar. Diez, cien, mil –cualquier número que quieras. Pero deben entrar en estas aguas. No tengo poder afuera.”
El jefe de los monos vio su oportunidad. “Déjame proponerte algo” le dijo al demonio. “Tengo una amarga enemistad con un rey que me carcome día y noche. Si tú me prestas tu fabuloso collar, lo usaré para tentar a este rey y a todo su séquito para que entre en tu lago. Luego puedes hacerte un banquete con sus carnes.”
El Rakshasa rió de nuevo. “Muy bien. ¿Por qué no? Estaré más que feliz de cumplir.” Entregó su collar y el mono se lo puso alrededor del cuello, luego fue de regreso al palacio.
Cuando la gente lo vio con el estupendo collar, lo llamaron, “Ey, ¿De dónde sacaste ese deslumbrante adorno? Hace que hasta el sol se opaque.”
El jefe de los monos contestó, “Lo obtuve de Kuvera, el gran dios de la riqueza. Él posee un lago lleno de joyas, oculto en el bosque profundo. Si uno toma su baño allí justo antes del amanecer en un domingo, recibirá las bendiciones del dios y también un maravilloso regalo como este collar.”
El Rey Chandra pronto se enteró de esto y convocó al jefe de monos. “¿Es verdad lo que me enteré?” preguntó. “¿Puede uno realmente tener tales riquezas de este lago?”
“Por supuesto, su Majestad. Si lo deseas puedes enviar a alguien conmigo y yo le mostraré el lago.”
El rey se frotó el mentón y sonrió. “Creo que iré yo mismo, junto con todo mi séquito. Entonces obtendré muchas de estas joyas preciosas.”
“Una excelente idea, mi Señor.”
El rey entonces dispuso que un palanquín lo transportara al lago. Sentó al mono en su regazo. Mientras viajaba, el mono pensaba para sí mismo, “Sin duda la codicia lleva a un hombre a realizar todo tipo de locuras. Como se dice, si se tiene cien, se desea mil, si se tienen mil, se desea un millón, si se tiene un millón se desea un reino y hasta un rey anhela el cielo. Aún más, el cabello se pone gris, los dientes se deterioran, la piel se arruga y la espalda se dobla, pero la codicia permanece siempre joven.”
Llegaron al lago un poco antes del amanecer y el mono le dijo al rey, “Mi Señor, instruye a tu comitiva a entrar en el lago. Tú y yo podemos seguirlos inmediatamente después y te mostraré dónde yacen las gemas.”
El rey hizo justo eso y sus seguidores se zambulleron todos dentro del agua, donde el Rakshasa rápidamente se los comió. Después de esperar por un tiempo y sin ver ninguna señal de sus seguidores, el rey le dijo al mono, “¿Buen compañero, donde piensas que han ido mis asistentes?”
El jefe de los monos se trepó a un árbol y dijo, “Malvado rey, has recibido el justo castigo por haber matado a todo mi clan. Juré vengarme y esto ahora se ha cumplido. Solo porque tú fuiste una vez mi amo es que te permití vivir.”
El cuerpo del rey se desplomó. Miró fijamente el lago horrorizado. Dando la vuelta, lentamente se abrió camino de regreso a su palacio.
Moraleja: La codicia enloquece
El Rakshasa luego salió del lago con una gran sonrisa en el rostro y el jefe de los monos arrojó de vuelta el collar. “Regreso el mal ya que el mal no es pecado” dijo para sí mismo y se adentró en el bosque.
“Este entonces, es el resultado de la codicia” dijo Buscador de Oro. “Ahora por favor permíteme ir a mi hogar.”
“¡Cómo! ¿Me dejarás solo aquí?” Lágrimas cayeron de los ojos de Porta Rueda. “¿No temes el pecado de abandonar a un amigo afligido? No hay nada peor que eso.”
“Bueno, eso sería verdad si hubiera algo que pudiera hacer” dijo Buscador de Oro. “Pero no lo hay. No tengo poder para liberarte de la maldición de Kuvera. Sin duda, si me quedo aquí no hay certeza que el mismo destino no caiga sobre mí. Mejor huyo rápidamente. Como dijo el Rakshasa, “’El que huye vive más.’”
“Oh, ¿Qué Rakshasa era ese?” preguntó Porta Rueda y su amigo contó la historia.

El Estúpido Tejedor


Había una vez un tejedor llamado Estúpido que vivía en un cierto pueblo. Un día, mientras estaba trabajando fuera, su telar se rompió. Queriendo repararlo, tomó un hacha y se dirigió fuera del pueblo, en busca de un árbol para cortar.
Después de deambular por algún tiempo, encontró un árbol de magnífico aspecto que crecía cerca en la orilla del mar.
“Este servirá muy bien” dijo y levantó su hacha listo para comenzar a cortar.
Pero súbitamente escuchó una voz proveniente del árbol. “¡Detente! No cortes este árbol.”
“¿Quién eres?” preguntó Estúpido sorprendido.
“Soy el espíritu que vive en este árbol. Este es mi hogar. Vivo acá pacíficamente, disfrutando de las frescas brisas que trae el rocío del mar.”
“Oh espíritu del árbol, este árbol parece ideal para mis propósitos. Preciso madera para hacer mi telar. ¿No puedes hallar otro árbol dónde vivir?”
“No, señor. Me gusta este árbol. Pero si lo dejas en paz, te concederé un deseo. Dime que te gustaría.”
Estúpido pensó por unos minutos. “Muy bien, pero no estoy seguro sobre qué pedir. Déjame ir a casa y consultar con mi amigo y mi esposa. Volveré pronto.”
El espíritu del árbol accedió y Estúpido regresó nuevamente. Al entrar a su pueblo, se encontró con su buen amigo, el barbero. Luego de contarle lo que había sucedido y pedir su consejo, el barbero dijo, “Pide un reino. Yo seré tu primer ministro. Juntos podemos disfrutar las buenas cosas de este mundo y luego ir a regiones más elevadas de felicidad después de la muerte.”
“Buena idea” dijo Estúpido. “Sólo le preguntaré a mi esposa que opina y luego regresaré junto al árbol.”
El barbero aferró el brazo de Estúpido. “¿Qué? ¿Tu esposa? Definitivamente no es una buena idea. Ningún hombre debería ser gobernado por una mujer.”
Estúpido entonces fue a su casa y contó a su esposa todo lo que había sucedido. Cuando la mujer escuchó el consejo del barbero dijo, “Esto no está bien. El consejo de los muchachos, bardos, barberos, hombres de casta inferior y vagos trovadores no deben ser tomados en serio. ¿Qué deseas con un reino? No es nada más que problemas. ¿No has escuchado el siguiente proverbio?
Hasta los hijos y hermanos de un rey
Lo matarán para ganar su trono.
Por lo tanto deja el gobierno para otros
Si deseas que te dejen tranquilo.”
La esposa de Estúpido continuó, “Un rey lleva onerosas responsabilidades y se enfrenta a amenazas de todas las direcciones. Nunca más tendremos paz. No pidas, entonces, tal cosa.”
Estúpido se convenció por los argumentos de su esposa. “Muy bien, mi querida. ¿Entonces qué debo pedir?”
“Bien, actualmente tejes un largo de tela por día y vendemos eso por suficiente dinero para que podamos sobrevivir. Si, no obstante, fueras capaz de tejer dos largos por día, entonces tendríamos más que suficiente. Pienso entonces  que debes pedir por otro par de brazos y una cabeza más.”
“¡Gran idea!” dijo Estúpido. “Me iré ahora y haré exactamente eso.”
Entonces regresó junto al árbol y pidió su deseo. “Por favor concédeme dos brazos más y una segunda cabeza.”
“Entonces que así sea” dijo el espíritu del árbol y a Estúpido le crecieron inmediatamente los brazos y la cabeza.
Entonces comenzó a caminar felizmente de regreso. Pero al entrar a su pueblo, la gente lo miraba con miedo. “Este sin duda es un demonio” decían y empezaron a apedrear pegarle con palos a pobre Estúpido, hasta que cayó muerto.
Moraleja: Escucha el consejo de los amigos.
Porta Rueda terminó su relato en tono fúnebre. “Soy tal como el tonto Estúpido. Mira como estoy ahora.”
“Es muy triste” dijo Buscador de Oro. “La lujuria y la codicia son los enemigos más terribles del hombre. El rey Chandra aprendió esto para su gran pesar.”
“Oh, cuéntame más sobre este rey” dijo Porta Rueda y Buscador de Oro narró la historia.

El Asno que Cantaba


Había una vez un lavandero que tenía un asno llamado Arrogante. Durante todo el día el asno acarreaba pesadas cargas, pero por la noche era libre de vagar por los campos. Una vez mientras estaba pastando, se encontró con un chacal del que se hizo amigo. Una noche decidieron incursionar en un campo cercano de un granjero. Arrogante cargó contra la cerca y la rompió. Entonces corrió hacia adentro y comenzó a atiborrarse con los pepinos que crecían allí, mientras el chacal acabó rápidamente con unas cuantas gallinas de la granja.
Luego que ambos animales comieron hasta llenarse, Arrogante dijo, “¡Qué hermosa noche! La luna está llena y hace que desee cantar. ¿Querrías escucharme dar una interpretación? Tengo una voz muy bella.”
El chacal parecía preocupado. “No estoy seguro, querido amigo. Ten en cuenta el hecho que estamos robando. Hacer un sonido fuerte probablemente no es buena idea. ¿Qué piensas?”
“Ah, tú no tienes corazón. La música es el alimento del alma.”
“Quizás, pero no estoy seguro que tu bramido se halle exactamente en la categoría musical. Es un sonido horroroso que atraerá a los granjeros, quienes luego te golpearán muy fuerte.”
“¡Cómo te atreves! ¿Es que tampoco tienes gusto artístico? Yo sé todo sobre música: las siete notas, las tres escalas, los cuarenta y nueve ritmos, etc. Déjame demostrártelo.”
El chacal se puso muy nervioso. “Bueno, si quieres hacerlo, hazlo. Pero antes, déja quedarme en la abertura de la cerca para poder vigilar.”
El chacal entonces se dirigió a la cerca y Arrogante se preparó para cantar. Sacando el cuello hacia afuera, levantó su cabeza hacia arriba y dejó salir un terrorífico grito que rasgó el aire nocturno.
Cuando los guardias escucharon el tremendo bramido, rechinaron los dientes de ira. Tomando unos pesados palos, corrieron al campo con lo cual vieron al asno. Sin demora le dieron la golpiza de su vida. Luego levantaron un pesado mortero para moler y lo ataron alrededor del cuello de arrogante. “Listo, esto debería mantenerte controlado. Ahora vete de este campo y no regreses.” Los guardias condujeron a Arrogante hacia afuera quien se fue galopando con el pesado mortero tirando su cabeza hacia abajo.
“Te lo advertí” dijo el chacal. “No querías escuchar y ahora has ganado una magnífica medalla por tu canto.”
Porta Rueda sacudió la cabeza tristemente. “Es tan cierto. ¿Por qué no te escuché? No tengo ningún sentido de mi mismo y no escuché a mi amigo, exactamente como Estúpido, el tejedor.”
“¿Quién era ese?” preguntó Buscador de Oro y su amigo contó la historia.

Los Cuatro Idiotas Eruditos


Hace muchos años en una ciudad floreciente, vivían cuatro brahmanas que se habían vuelto grandes amigos. Eran todos extremadamente ingenuos por naturaleza. Un día, deseando obtener conocimiento, decidieron entrar al ashram de un guru erudito. Por doce años estudiaron bajo su guía y finalmente se marcharon, decididos a buscar fortuna.
Después que estuvieron viajando por algún tiempo, llegaron a una bifurcación en el camino.
“¿Qué camino debemos tomar?” preguntaron.
Mientras estaban pensando, una procesión fúnebre pasó por ahí, dirigiéndose a las tierras de cremación. Delante de la procesión caminaban unos cuantos brahmanas y destacados ciudadanos del pueblo vecino.
Uno de los cuatro brahmanas consultó sus escrituras. “Aquí dice que cualquier camino que se tome por grandes hombres es el camino correcto a seguir.”
Los brahmanas entonces comenzaron a seguir la procesión. Cuando llegaron a las tierras crematorias se detuvieron y miraron alrededor. Cerca de ellos vieron un asno y uno de los brahmanas dijo, “Las escrituras declaran que quien quiera que permanezca a tu lado en la enfermedad, calamidad, hambruna, guerra o en las tierras crematorias es un verdadero amigo.” Todos movieron la cabeza asintiendo, los brahmanas entonces adoptaron al asno como un amigo. Uno de ellos incluso lavó sus cascos.
Luego observaron un camello dirigiéndose rápidamente hacia ellos. “La rectitud viene marchando rápidamente” dijo uno de los brahmanas. “Esto lo he leído en las escrituras. Seguramente entonces este camello es la rectitud encarnada.”
Con esto, los cuatro brahmanas entonces arrastraron al asno hacia el camello y los ataron juntos. Cuando el amo del asno vio esto, corrió a los brahmanas con un palo y ellos huyeron.
Pronto los cuatro brahmanas llegaron a un río. Una rama de un árbol de Tulasi pasaba flotando y uno de los brahmanas dijo, “He leído que el árbol de Tulasi puede llevarlo a uno a través del océano de la existencia material. Seguro entonces que nos cruzará por el río.” Saltó al agua y aferró la rama pero, sin saber nadar, comenzó a ahogarse.
Uno de sus amigos exclamó, “Esto es indudablemente una calamidad. Pero la escritura dice que cuando se avecina la destrucción total, un hombre sabio sacrificará la mitad de lo que tiene para salvar al resto, ya que la pérdida total es insoportable. ¡Cortémoslo por la mitad!”
Entonces tomó una afilada espada y cortó por la mitad a su amigo que se estaba ahogando. Hecho esto, él y los otros brahmanas fueron arrestados y llevados por oficiales de la justicia.
Moraleja: El sentido común es mejor que el aprendizaje
“Entonces lo ves” concluyó Buscador de Oro, “por falta de sentido común hasta el hombre supuestamente erudito no es más que un tonto. Lo que es más, yo te aconsejé que no continuaras, pero tú no hiciste caso. Has terminado como Arrogante, el asno, que también ignoró el buen consejo de su amigo.”
“Cuéntame acerca de este asno” dijo Porta Rueda y su amigo narró la historia.

Los Eruditos Que Revivieron a un León


Había una vez cuatro brahmanas que eran íntimos amigos. Tres de ellos se habían convertido en sabios altamente eruditos en todos los aspectos de las escrituras y la moralidad, pero carecían de sentido común. El cuarto, sin embargo, aunque no era tan erudito, era no obstante muy sensato y era conocido como Sentido Común.
Un día, mientras los cuatros se hallaban discutiendo juntos, llegaron a la decisión de viajar. “¿De qué sirve todo nuestro conocimiento si no lo empleamos en el servicio de algún rey o príncipe?” dijo uno de ellos.
“Sí”asintió otro. “De este modo ganaremos muchas riquezas para nosotros mismos.”
Entonces los cuatro pronto partieron en un viaje a tierras extranjeras. Después que hubieron avanzado algo, uno de los eruditos brahmanas empezó a preguntarse porqué habían traído a Sentido Común. “No posee ningún conocimiento como nosotros. ¿Entonces qué provecho hay en que él venga con nosotros?”
Otro de los eruditos concordó. “Tienes razón. Él debería regresar.”
Pero el tercer erudito no estaba de acuerdo. “No, esta no es la forma que debemos actuar. Hemos sido todos amigos desde la infancia, ¿Por qué entonces deberíamos separarnos ahora? ya que se dice,
Solo un hombre de mente malvada dirá,
‘Esto es todo mío.’
La manera generosa y liberal
Es ver a todos como la familia.”
Los otros dos eruditos aceptaron el argumento de su amigo y los cuatro siguieron su camino. Después de poco tiempo, llegaron a una pila de huesos en el suelo.
“Ahora podemos practicar lo que hemos aprendido” dijo un erudito. “Revivamos a esta criatura.”
“Sí, hagámoslo” concordaron los otros dos, pero Sentido Común no estaba seguro. Observó los huesos, preguntándose qué tipo de criatura había sido. “Sólo observen cómo soy capaz de recrear el esqueleto. Parece que fue un león.”
El segundo erudito dijo, “Y yo le puedo dar carne y sangre.”
“Y yo puedo darle un soplo de vida de vuelta en él” agregó el tercero.
“Tontos” dijo Sentido Común. “¿Bromean? ¡Esto es un león! Nos matará a todos.”
“¿Cómo te atreves a cuestionarnos?” dijo el tercer erudito. “¿Deseas que mis conocimientos sean inútiles como tú? No seas tan celoso.”
“Hagan lo que quieran” dijo Sentido Común. “Pero antes de demostrar tus conocimientos, por favor déjame trepar a aquél árbol.” Sentido Común entonces rápidamente trepó a un alto árbol y observó los procedimientos de más abajo.
El segundo erudito comenzó a cantar sus mantras y súbitamente el cuerpo del león reapareció en el suelo. “¡Sólo observen!” Gritó triunfalmente.
“Eso no es nada” dijo el tercer erudito. “Observen esto.”
Entonces empezó a cantar mantras y a pasar su mano sobre el cuerpo del león. De repente sus ojos se abrieron y se levantó. Con un gran bramido saltó hacia los tres eruditos y los mató a todos. Sentido Común permaneció silenciosamente sentado en el árbol hasta que el león se fue y luego bajó y se fue a su casa.
Buscador de Oro concluyó su historia. “Entonces lo ves, el sentido común es mejor que el mejor de los conocimientos, como lo ciertamente otra historia lo ilustra.”
Buscador de Oro entonces narró a su amigo otra historia.

El Codicioso Cazador de Tesoros

Había una vez cuatros amigos brahmanas quienes cayeron en duros momentos y se volvieron desesperadamente pobres. Por más que trataban, no podían obtener riqueza alguna. Después de discutir por un tiempo entre ellos, finalmente decidieron ir al extranjero en busca de fortuna. Dejando a sus familias, partieron hacia un distante país.
Después que hubieron viajado por muchos días, llegaron a un monasterio donde se encontraron con un viejo asceta. Él los saludó con las palmas juntas. “¿Hacia donde se dirigen, buenos señores?”
“ Oh hombre santo, estamos buscando riquezas” contestaron.
“Quizás yo pueda ayudarlos. Poseo poderes místicos y viendo que el destino los ha traído a mí, pienso que debería hacer cualquier cosa por el bien de ustedes.”
El asceta elaboró cuatro velas y pasó su mano sobre cada una de ellas, haciendo que se encendieran. Entregó una a cada uno de los viajeros y dijo, “Estas velas continuarán ardiendo incluso en el viento y en la lluvia. Pero en algún momento se apagarán; apenas lo hagan, deben detenerse y cavar en el mismo lugar. Allí encontrarán la riqueza que buscan.
Muy complacidos, los cuatro amigos continuaron su camino, cada uno sosteniendo una vela. Después de otro día de marcha, la primera vela se apagó y se detuvieron inmediatamente y cavaron ansiosamente en la tierra. Encontrando una enorme cantidad de cobre, el amigo cuya vela se había apagado dijo, “Esto me vendrá bien.”
Juntó la mayor cantidad posible de cobre y lo envolvió en su tela. “Ahora regresaré para ver a qué precio los vendo” dijo. “Por qué no toman algo ustedes mismos y vienen conmigo.”
“Haz como quieras” contestaron sus amigos. “Continuaremos para ver que más encontramos. Este cobre apenas hará mella en nuestra pobreza.”
El brahmana con el cobre regresó y sus tres amigos partieron de nuevo. Después de otro día, la segunda vela se apagó. De nueva cavaron y pronto encontraron mucha plata. “Esto es maravilloso” dijo el segundo hombre cuya vela se había extinguido. “Me quedo con esto.”
Él también llenó su tela con plata, pero sus dos amigos dijeron, “Primero cobre, ahora plata. Obviamente debe haber más adelante incluso una mayor fortuna. Debemos continuar.”
El brahmana con la plata entonces regresó y los otros dos continuaron. Después de otro día, la tercera vela se apagó. Cavando otra vez, se encontraron con oro. El tercer brahmana llamado Buscador de Oro, estaba más que feliz con esto y llenó su bolso con una fortuna en oro. Pero el cuarto brahmana dijo, “Creo que después de éste encontraré algo incluso más valioso, tal como diamantes y perlas. ¿Por qué llevar de vuelta este pesado oro?”
“No estoy seguro” contestó Buscador de Oro. ¿Por qué no tomas algo de este oro? Hay más que suficiente para los dos. Nunca es prudente dejar lo seguro por lo inseguro. ¿Quién sabe lo que haya más adelante?”
Pero su amigo no lo escuchaba. “No, yo seguiré. Estoy seguro que hay una fortuna incluso mayor más adelante.”
Buscador de Oro no estaba convencido. “Está bien, si debes ir, entonces ve. Yo esperaré aquí. Si encuentras cualquier otra cosa, puedes hacérmelo saber cuando regreses.”
El último brahmana, que se llamaba Porta Rueda, continuó su camino. Abrasado por el sol de verano y casi muriendo de sed, caminó todo un día más. Se perdió y caminaba en círculos, mareado por el calor. Casi a punto de colapsar, fue tambaleándose hasta encontrarse con un hombre que estaba parado inmóvil con una enorme rueda de madera girando sobre su cabeza. Esta rueda estaba lastimando la cabeza del hombre y estaba cubierto de sangre.
El brahmana corrió hacia el hombre. “¿Quién eres señor? ¿Por qué te paras aquí con esta rueda sobre tu cabeza? Y podrías decirme ¿dónde puedo encontrar agua?”
Apenas dijo esto, la rueda dejó la cabeza del hombre y se posó en la suya. Sintiendo un gran dolor y viendo que no podía moverse, Porta Rueda le dijo al hombre, “¿Qué está sucediendo aquí?”
El hombre contestó, “Señor, esta rueda llegó a mi cabeza exactamente de la misma forma.”
“Dime entonces, ¿Cuándo me dejará?”
“Solo cuando otro hombre como tú mismo venga hacia acá sosteniendo una vela mágica como la tuya. Entonces serás liberado, ya que la rueda entonces irá hacia él.”
Porta Rueda preguntó, “¿Cuánto tiempo estuviste aquí?”
“Llegué aquí cuando Rama era el monarca. Sosteniendo una vela mágica, vine buscando riquezas, yo también encontré un hombre con esta rueda sobre su cabeza. Luego vino sobre mí.”
Porta Rueda estaba horrorizado. Rama había sido el soberano hacía miles de años. “¿Cómo has vivido?” preguntó.
Este es el límite de la tierra del Señor Kuvera, el dios de los ricos. Él ha puesto esta trampa para impedir que cualquier mortal con poderes mágicos se apodere de su tesoro. Pero en su tierra celestial no sentirás hambre o sed, ni envejecerás o morirás. Simplemente sufrirás el dolor de esa rueda. Ahora, permíteme marchar, buen señor. Tú me has liberado de la más espantosa tortura.”

Moraleja: La codicia termina en dolor
El hombre luego se marchó, dejando al brahmana gritando de dolor. Mientras tanto, Buscador de Oro empezó a preguntarse donde estaba su amigo. Decidió seguirlo y eventualmente llegó al lugar donde estaba parado con la rueda girando sobre su cabeza.
“¡Mi Dios! ¿Qué diablos te sucedió?”
“Mi querido amigo, he sido vencido por el cruel destino. ¿No puedes verlo?”
Porta Rueda le contó a Buscador de Oro como había sido atrapado y Buscador de Oro contestó, “Has cosechado el fruto de tus propios actos. Dejaste que la codicia te venciera y ahora mira. No importa cuán erudito pueda ser un hombre, si carece de buen sentido, sufrirá. Déjame contarte la historia de los cuatro eruditos.”

Castillos en el Cielo


Había una vez un brahmana erudito que era mantenido por un acaudalado comerciante. Todos los días el comerciante invitaba al brahmana a comer en su casa. Después de comer, el comerciante le daba al brahmana una medida de cebada molida. El brahmana la colocaba siempre en una gran olla y gradualmente se iba llenando.
Un día, mientras estaba acostado en su cama con la olla de cebada colgando de un gancho por arriba de su cabeza, comenzó a imaginar: “El precio del grano está alto y el grano molido debe valer incluso más. Creo que mi olla de cebada debe costar por lo menos veinte rupias. Si la vendo, podré comprar diez cabras a dos rupias cada una. En seis meses, todas darán a luz y no mucho tiempo después estas cabras también darán a luz. Ciertamente que en cinco años tendré cuatrocientas cabras. Ahora, cuatro cabras pueden venderse por un ternero, entonces tendré cien terneros. Con el tiempo esos terneros darán a luz y sin duda algunos serán toros. Con estos toros araré los campos y produciré un montón de granos, los que venderé a cambio de oro. Después compraré una gran casa y emplearé sirvientes. Sin duda un brahmana puro me dará a su hija como esposa y a través de ella tendré un distinguido hijo para continuar mi linaje. Lo nombraré Alegría de Luna y crecerá fuerte y apuesto. Mi esposa estará ocupada cuidando la casa mientras yo esté afuera aconsejando al rey en cuestiones de estado. Cuando regrese, veré que ha descuidado a Alegría de Luna. Enojado, tomaré un palo y la golpearé.”
Pensando así, el brahmana levantó un palo y lo hizo girar como si estuviera por golpear a su esposa imaginaria. Al hacer esto, golpeó la olla de cebada y la rompió. Los fragmentos de olla rotos cayeron sobre su cabeza y fue cubierto por la cebada.
“Por lo tanto, yo digo que no deberías adelantarte a los hechos” dijo la esposa del brahmana.
Moraleja: Los sueños pueden no materializarse
A su debido tiempo, ella dio a luz un pequeño bebé. Exactamente el mismo día una mangosta hembra dio a luz cerca de la casa del brahmana, pero la madre murió apenas dió a luz. La esposa del brahmana, que le tenía mucho cariño a los animales, entonces tomó al bebé mangosta y empezó a cuidarlo como a su propio hijo. Ella lo bañaba y lo alimentaba y lo cuidaba con mucho afecto.  Un año transcurrió de esta manera.
Un día, la mujer tenía que ir a buscar agua y dijo a su marido, “Por favor vigila a nuestro hijo. Volveré pronto.”
El brahmana espero un tiempo, pero su esposa, habiéndose puesto a conversar con una amiga, no regresó. Poniéndose ansioso por colectar la comida de ese día, decidió marcharse a sus rondas. “La mangosta cuidará al bebé” pensó.
Poco después que se marchó, una cobra negra salió de su agujero y se deslizó hacia la casa del brahmana. Viendo al bebé, comenzó a dirigirse hacia él. La mangosta vio a la serpiente e inmediatamente comenzó a temblar de ira. Sus ojos se pusieron color rojo sangre y saltó hacia la serpiente, haciéndola pedazos. Complacido con lo que había hecho, corrió hacia afuera para encontrar al brahmana y mostrarle.
Mientras tanto la esposa del brahmana comenzaba a regresar con el agua. “Me he ido por un largo tiempo” dijo. “Espero que mi esposo aún esté cuidando a nuestro hijo.”
Empezó a preocuparse por la mangosta. Aunque ella lo había criado como su propio hijo, era no obstante un predador. Quizás pueda atacar a su bebé.
De repente vio a la mangosta corriendo hacia ella, con la boca y las patas cubiertas de sangre.
“¡Oh no!” gritó. “Ha matado al niño.”
Entonces golpeó al animal con la vasija de agua y la mató enseguida. Pero cuando llegó a casa vio que su hijo estaba bien y la serpiente muerta yaciendo cerca, comenzó a lamentarse desesperada, gritando, “¿Qué he hecho?”
Moraleja: Ten cuidado con los actos precipitados
Justo entonces regresó su esposo. Miró sorprendido alrededor. “¿Qué ha ocurrido aquí?”
“Perdóname, mi señor, pero esto es tu culpa. ¿Por qué te fuiste? Por un deseo de comida has provocado la muerte de la mangosta que era como un segundo hijo para nosotros. Prueba ahora el amargo fruto de la gula. ¿No has escuchado la historia de los cuatro cazadores de tesoros?”
“No. Por Favor cuéntame.” Y la mujer del brahmana contó la historia.

La Esposa del Brahmana y la Mangosta


Hace mucho tiempo, un brahmana llamado Actos Sagrados vivía con su esposa en un cierto poblado. Habiendo rezado a los dioses, ella se embarazó y felizmente se lo contó a su esposo.
“Oh, ¡Qué maravilloso!” exclamó él. “Estamos muy bendecidos. Sin duda tendremos un hijo perfecto que continuará mi linaje. Ejecutaré todos los rituales necesarios y le pondré el mismo nombre que el mío.”
“Mi señor, no pretendas tanto. No tenemos idea si será o no un niño. No seas como el padre de Alegría de Luna, quien tuvo que yacer en el suelo cubierto de polvo de cebada.”
“¿Cómo ocurrió eso?” preguntó Actos Sagrados y su esposa le contó la historia.

El Barbero que Asesinó a los Monjes


Había una vez un piadoso comerciante llamado Gema Brillante, que vivía en el país sureño de Patna. Llevaba una vida dedicada a los deberes religiosos, siempre haciendo bien su trabajo y dando caridad a los hombres sagrados. De alguna manera, sin embargo, fue superado por la adversidad y perdió toda su riqueza. Como resultado su respeto y reputación disminuyeron en todas partes y cayó en una profunda depresión.
Una noche él yacía en su cama, dando vueltas y más vueltas, incapaz de dormir por la ansiedad. “Maldito destino” dijo. “Qué cierto es aquello que se dice “hasta cuando un hombre tiene excelente carácter, si es pobre, entonces apenas es estimado por alguien”. Ay de mí, todo desaparece con la pérdida de la riqueza. Hasta a un hombre de gran intelecto se le descompone la mente si siempre se lo fuerza a preocuparse por el dinero. Los hombres pobres pierden todas las buenas cualidades y son despreciados. Por otro lado, los hombres ricos pueden hacer cualquier acto abominable y casi nadie dice una palabra.”
Pensando así, Gema Brillante se abatió cada vez más. Empezó a pensar en terminar con su vida. “Ayunaré hasta morir. ¿Qué sentido tiene mi miserable existencia?”
Finalmente cayó dormido y comenzó a soñar. En este sueño tuvo una maravillosa visión. Una gran pila de oro apareció frente a él con la forma de un monje jainista desnudo. Este monje le dijo, “Buen comerciante, no te deprimas tanto. Yo soy el resultado de tus anteriores actos piadosos – diez mil monedas de oro. Mañana me verás en tu casa, apareciendo así. Solo golpéame en la cabeza apenas aparezca y toda esta riqueza será tuya.”
Gema Brillante despertó y empezó a pensar acerca del sueño. ¿Podría ser cierto? Parecía poco probable. Después de todo, se dice que los sueños de los borrachos, los enfermos, los apenados, los ansiosos, los lujuriosos y los locos son todos sin sentido. Gema Brillante se sentó en su cama. Rechazó su sueño. Estaba pensando tanto sobre dinero todo el tiempo. Sin duda era por eso que tuvo ese sueño.
Ese día más tarde su esposa hizo que viniera el barbero a la casa para darle una manicura. Mientras estaba trabajando, el monje jainista  que Gema Brillante había visto en su sueño también vino a la casa. El sorprendido comerciante lo examinó de cerca. No había duda. Se parecía exactamente a la imagen que había visto en sus sueños.
Gema Brillante decidió que el sueño debía ser verdad. Tomando un palo que estaba cerca, golpeó al monje en la cabeza. Inmediatamente el monje cayó al suelo y se transformó en una pila de oro.
Gema Brillante gritó de alegría. Juntó el oro y dio varias monedas al barbero. “No cuentes a nadie lo que has visto” le dijo.
El barbero le aseguró a Gema Brillante que sus labios estaban sellados. Luego partió a su hogar, pensado solo en la asombrosa visión que tuvo recién. “Estos monjes desnudos parecen ser una fuente de tesoro” dijo. “Quizás debería invitar unos cuantos de ellos a mi casa.”
Pensando de esta manera, fue a un templo jainista que se hallaba cerca y se arrodilló ante al altar ofreciendo oraciones. Cuando hubo terminado buscó al jefe de los monjes y se inclinó profundamente ante él. “Su santidad, soy bendecido por la mera visión de ti. Qué magníficos son los santos cuyas vidas son de pura renunciación.”
El monje levantó su mano en bendición. “Mi virtud crece en ti.”
“Tengo un pedido para hacer” dijo el barbero. “Cuando tus monjes vayan a sus rondas mendigando limosnas, por favor dirígelos a mi casa.”
El jefe de los monjes frunció el ceño. “¡Qué! ¿Piensas qué somos como los brahmanas, que aceptan invitaciones y van a todos lados para comer en la casa de los demás? Vagamos a voluntad por aquí y por allá y si nos encontramos con un piadoso devoto jainista entramos a su casa y aceptamos solo la suficiente comida para sustentar nuestras vidas. Por favor márchate y nunca hagas tal pedido otra vez.”
“Lo siento, su santidad. No quise ofenderlo. Sin duda sé de sus principios superiores. Pero yo también soy tu devoto. En mi casa tengo algunas exquisitas piezas de tela que serían perfectas para cubrir tus sagrados manuscritos. Y también he estado ahorrando dinero para donarlo a tu misión. De cualquier manera, dejaré que tú lo decidas.”
El barbero entonces se marchó y volvió a su casa. Pero a la mañana siguiente regresó al monasterio justo cuando los monjes estaban yéndose a sus rondas para mendigar. “Por favor sean misericordiosos conmigo” dijo. “Acepten mi caridad.”
Impulsados por el deseo de tener las telas y el dinero, los monjes silenciosamente fueron en fila detrás del barbero. Él ya había ubicado un pesado garrote junto a la puerta y cuando los monjes entraron lo levantó y comenzó a golpearlos en la cabeza. Algunos murieron instantáneamente y otros cayeron dando alaridos. Los últimos pocos monjes giraron y huyeron velozmente, gritando por socorro.
Los soldados estacionados en un fuerte cercano escucharon la conmoción proveniente de la casa del barbero. “¡Qué es esto!” gritaron, e inmediatamente corrieron hacia esa dirección. Viendo la terrible visión que los recibió, monjes huyendo con sangre manándoles de la cabeza y otros yaciendo muertos en el suelo, estaban horrorizados. “¿Quién hizo esto?” exigieron saber.
“Fue este loco barbero. ¡Arréstenlo en seguida!”
Los soldados inmediatamente aferraron al barbero y lo esposaron.
Lo arrastraron a la corte con los monjes detrás. Los jueces preguntaron. “¿Por qué cometiste un crimen tan horrendo?”.
“Sus señorías, yo he visto a Gema Brillante el comerciante hacer exactamente la misma cosa. Él mató a un monje, quien luego se convirtió en oro. Yo pensé que podía hacer lo mismo.”
Los jueces inmediatamente ordenaron que trajeran a Gema Brillante ante la corte. Cuando el comerciante llegó, los jueces dijeron. “Este hombre dice que tú mataste un monje. ¿Es cierto?”
Gema Brillante entonces relató su sueño y lo que sucedió después. Juntó las palmas y se inclinó ante los jueces. “Ningún monje ha sido jamás matado por mí, sus majestades.”
Los jueces entonces ordenaron que el barbero sea ejecutado. Después que fue llevado a cabo, dijeron, “Nadie debiera actuar tan irreflexivamente. Este barbero idiota ha cosechado el fruto de su acto precipitado. ¡Cuidado con los actos precipitados! No termines lamentándote como la mujer brahmana que mató a la mangosta.”
“Oh, cuéntanos más” dijo Gema Brillante y los jueces narraron la historia.

El Perro que Viajó al Extranjero


Había una vez un perro llamado Manchas, que vivía en una tierra castigada por el hambre. Continuó por un largo tiempo y muchos perros y otros animales murieron por la necesidad de comida. Temiendo por su vida, Manchas decidió que su única esperanza era abandonar su hogar y viajar lejos.
Después de caminar por muchos días, viviendo de cualquier sobra que podía birlar de aquí y de allá, llegó a un poblado en una tierra floreciente. Encontró allí una enorme casa donde los dueños eran muy liberales y caritativos. Cada día ponían todo tipo de alimentos para los animales locales. Manchas comenzó a ir allí regularmente, disfrutando de variedad de comestibles para alegría de su corazón.
Sin embargo, cuando estaba regresando de la casa un par de días después fue asaltado por una jauría de perros. “¿Quién te invitó aquí?” gruñeron. “Mejor márchate.” Cayeron sobre Manchas y hundieron sus colmillos en él. Manchas salió corriendo y se escondió.
Al día siguiente trató de escabullirse furtivamente en la casa por un poco de comida, pero de nuevo fue visto por la jauría, la que otra vez le dio una feroz mordida. Después de algunos días, Manchas decidió que ya era suficiente. “Las cosas pueden estar mal en casa, pero al menos puedo vivir pacíficamente. Me marcho.” Dicho esto, se abrió camino de regreso a su propio país.
Moraleja: Quédate en tu propia tierra
Boca Roja terminó su historia diciendo, “Y así, mi querido amigo cocodrilo, te sugiero que regreses a casa y enfrentes valientemente a tu enemigo. Como dice el proverbio, la riqueza obtenida sin esfuerzo no da placer al valiente. Por lo tanto, esfuérzate y gana de vuelta tu hogar.”
Dientes Terribles no perdió más tiempo. Nadó rápidamente de regreso a su casa y enfrentó al otro cocodrilo. Con determinada resolución lo superó y lo mató y así continuó viviendo pacíficamente por muchos años.

El Chacal Diplomático


Había una vez un chacal llamado Sagaz que vivía en lo profundo del bosque. Un día, mientras hacía sus rondas se encontró con la carcasa de un elefante. Enseguida cayó sobre él y trató de arrancar su carne, pero a pesar de muchos esfuerzos no podía penetrar el grueso cuero.
“Esto es increíble” dijo. “Aquí tengo un gran festín, ¿pero como puedo disfrutarlo?”
Mientras pensaba qué haría, de pronto apareció un león en la escena. Enseguida Sagaz inclinó la cabeza hasta el suelo y se extendió hacia las patas delanteras del león.
“Mi Señor” dijo con gran humildad, “He estado vigilando este elefante para ti. Por favor acéptalo como regalo.”
“No consumo comida matada o dejada por otro” dijo el león. “Puedes comerla.”
“Cuan extremadamente generoso, su Majestad. Le doy las gracias.”
El león prosiguió su camino y el chacal suspiró de alivio. Pero al momento siguiente, para su horror, vio un tigre acercándose. “Mi Dios” pensó. “Esta poderosa bestia sin duda me matará por este elefante o por cualquier otra razón si está de mal humor.”
Pensando rápidamente, Sagaz fue ante el tigre y dijo, “¡Amigo! ¿Qué te trae por aquí? Te enfrentas a un grave peligro. Este elefante fue matado por un enorme león que me ha ordenado que lo vigile. Se ha ido al río para su baño, pero pronto regresará. Él me ha dicho que me cuide de los tigres, diciendo que un tigre una vez se sirvió de su carne sin ser invitado. “Por lo tanto he jurado limpiar toda la zona de tigres” dijo.”
“¡Buen Señor!” exclamó el tigre. “Gracias por advertirme, querido sobrino. Desapareceré inmediatamente. Te ruego, no le digas a tu amo que me viste.”
Dicho esto el tigre giró y salió corriendo. Sagaz rió entre dientes y luego vio encantado que se acercaba un leopardo.
“Justo el tipo para abrir esta carcasa” dijo para sí mismo. Llamó al leopardo, “¡Buen compañero! Bienvenido. Por favor sé mi invitado y toma un poco de esta distinguida carne de elefante.”
El leopardo miró sorprendido al elefante muerto. “¿Quién lo mató?” preguntó.
“Un león señorial y me ha dejado para que lo cuide. Pero no regresará por algún tiempo, por lo tanto por favor come todo lo que quieras.”
“Creo que no sería sabio” contestó el leopardo. “Hacerse enemigo de los leones no es una buena idea en absoluto. Se dice que mientras uno viva, vive para ver días felices. Por lo tanto creo que ahora me marcharé.”
“Oh, no seas tan débil de corazón. Yo vigilaré y te avisaré apenas el león venga hacia aquí.”
El leopardo se tentó y fue hacia la carcasa y la mordió profundamente. Pero justo cuando estaba por arrancar un pedazo de carne, Sagaz dijo, “¡Corre por tu vida! Escucho que viene el león.”
El leopardo se largó sin pensarlo dos veces. El alegre Sagaz entonces se preparó para comer el elefante, pero justo cuando estaba por comenzar vio a otro chacal acercándose.
“Esta vez no habrá conversación” pensó. Apenas el chacal estuvo cerca, saltó hacia afuera, desnudos los dientes y las garras y lo desgarró, haciéndolo huir  con el rabo entre las patas. Entonces Sagaz disfrutó la carne de elefante por un largo tiempo.
Moraleja: Diferentes enemigos necesitan de diferentes políticas
“Entonces lo ves” dijo Boca Roja, “la adecuada política debe ser empleada según al enemigo al que te enfrentas. Aquí estás contra un igual,  así que no le muestres misericordia. Si no lo haces, él echará raíces y te quitará todo. Ten en cuenta el siguiente proverbio,
De las vacas esperamos sustento
Y de los brahmanas, abstinencia.
De las mujeres esperamos debilidad
Pero de los parientes, ansiedad.”
Boca Roja continuó, “Y otra cosa, amigo mío. Si eres echado de tu casa y tienes que viajar al extranjero, no serás feliz. Aunque encuentres muchos deleites en tierras extrañas, a menudo la recepción es fría para los inmigrantes, especialmente de los de tu misma clase. Déjame contarte la historia del perro que dejó el hogar.”