El Mosquito y la Sabandija


Una vez en un cierto país vivía un rey que poseía una enorme y maravillosa cama. Tenía sábanas de seda y cobertores, estaba en el medio de una habitación espaciosa y bien decorada. Enterrada profundamente en los cobertores vivía una sabandija llamada Bicho. Rodeada de su familia de hijos e hijas y muchos otros familiares. Vivían ahí felizmente. Por la noche cuando el rey estaba profundamente dormido lo picaba y bebía hondamente de su sangre. Nutrida por aquella suntuosa sangre, se puso gorda y muy satisfecha.
Aconteció que un día un gran mosquito llamado Boca de Fuego entró a la habitación  por la ventana y aterrizó en la cama. Boca de Fuego estaba muy complacido de hallar esa cama, suave y exquisitamente perfumada como lo estaba. Descansó allí por unos momentos y luego comenzó a saltar alegremente por los alrededores, deleitándose en la suave sensación de las sábanas de seda. Al saltar de un lado a otro se encontró con Bicho.
La sabandija exclamó, “¿Qué estás haciendo aquí? Vete inmediatamente. Este no es lugar para los de tu clase. Los sirvientes del rey te matarán de inmediato si te ven.”
Boca de Fuego respondió, “Noble dama, por favor no hables de esa forma. Yo soy tu invitado y como tal, merezco tu bondad y hospitalidad.”
Boca de Fuego entonces expresó su deseo de probar la sangre de quienquiera que sea a quien perteneciese la cama. “Seguramente su sangre debe ser de lo más dulce. Claramente él es rico y debe comer las más finas comidas. Bebiéndome su sangre nectárea, disfrutaré inmediatamente y me nutriré excelentemente por este negocio.”
“¿Estás hablando en serio? ¿Cómo puede un picador de boca ardiente como tú morder al rey? Es imposible. ¡Vete!”
“Bondadosa dama, te ruego seas gentil conmigo, un suplicante caído a tus pies.”
Bicho recordó entonces una instrucción que escuchó una vez que dio el rey, cuando ella se encontraba cómodamente escondida en los cobertores. El rey le había dicho a uno de sus hijos,
“Hasta si se está enojado una persona que ruega
Bondad y misericordia  nunca debe ser rechazada.
Ya que si lo hacemos, de este modo desdeñamos
Vishnu, Shiva y Brahma, los tres grandes dioses.”
Bicho cedió. “Muy bien, puedes quedarte aquí. Pero ten mucho cuidado de morder al rey en un mal momento, o en el lugar equivocado.”
“¿Cuándo es el buen momento, noble dama? Y te ruego me digas, ¿Donde es el lugar correcto?”
“Únicamente cuando el rey esté profundamente dormido después de beber vino o superado por la fatiga. Entonces puedes morder solamente sus pies. ¿Comprendes?”
“Seguro” dijo Boca de Fuego y se ocultó bajo los cobertores esperando al rey.
Sin embargo esa noche, Boca de fuego, quien no poseía absolutamente ningún sentido de la virtud, mordió al rey en la espalda apenas se había acostado para dormir. El rey saltó con un aullido. Sintió como si hubiera sido tocado por un tizón o picado por un escorpión. Gritó a sus asistentes.
“¡Ey! Vengan rápidamente aquí. Registren esta cama y encuentren al insecto que me mordió.”
Mientras tanto, Boca de fuego había volado lejos. Cuando los asistentes registraron los cobertores, hallaron a Bicho y su familia, a quienes mataron prontamente.
“Entonces es así” dijo Astuto a Melena-dorada “que aquél que reposa la confianza en tontos, pronto es destruido.”
Moraleja: Ten cuidado de quien confías
El león escuchaba silenciosamente mientras Astuto proseguía. “Hay otra cosa, su Majestad. Has abandonado a viejos y confiables sirvientes por un extraño. Esto tampoco está bien. Narraré el relato de Aullador, el chacal, quien encontró su final cuando abandonó a sus amigos por otros.”