El Ciervo y el Príncipe


“Cuando era mucho más joven, por exhuberancia juvenil yo saltaba por delante del rebaño. Yendo un largo camino frente a ellos, yo me paraba y esperaba hasta que me alcanzaban. Un día, horrorizado, descubrí que había perdido contacto con el rebaño. Busqué ansiosamente por todas partes y al fin los vi algo alejados frente a mi.
“Ahora, como ustedes saben, nosotros los ciervos tenemos dos tipos de movimientos: la carrera recta y el galope saltando. Yo era experto en la carrera pero no podía hacer el galope elevado. Al acercarme al rebaño observé que justo habían saltado sobre la red de un cazador, empleando el galope.
Estaban todos mirándome, esperando que me reúna con ellos. Deseando mucho reunirme con ellos, intenté saltar sobre la red, pero caí en ella y me enredé. Desesperadamente traté de arrastrar la red conmigo hacia el rebaño, pero el cazador vino rápidamente y me ató las patas juntas.
“El rebaño vio que no había esperanza de salvarme y huyeron lejos. Luego pensé que iba a morir. Pero el cazador, cuando me vio, dijo, ‘¡Qué dulce! Es solo un pequeño cervatillo. Será una linda mascota para el príncipe.’
“Entonces fui llevado a una ciudad y dado al joven príncipe para que juegue conmigo. Él me trató con gran afecto y me alimentó bien. Cada día frotaba mi cuerpo con aceites y bálsamos. Me cepillaba y masajeaba, perfumándome con cremas fragantes y adornándome con guirnaldas de flores. Era mimado y acariciado por todas las mujeres del palacio y para ser honesto, al final fue demasiado. Me sentía asfixiado y anhelaba ser libre otra vez.
“Un día, durante la estación de lluvias, yacía bajo la cama del príncipe. Afuera la lluvia golpeaba y los rayos relampagueaban en el cielo. Recordando mi rebaño y sintiendo un profundo deseo de estar con ellos, grité, ‘Oh, correr otra vez por el trayecto del rebaño de ciervos, retozando y jugueteado en el viento y la lluvia. ¿Cuándo, Oh, cuando será?’
“De alguna manera el príncipe fue capaz de entenderme y se sentó sorprendido. ‘¿Qué fue eso?’ preguntó. Dándose cuenta que había sido yo el que había hablado, sostuvo su cabeza en las manos y dijo, ‘Ay, este es un terrible presagio. He escuchado hablar a un ciervo.’
“El príncipe estaba convencido que estaba poseído por demonios y corrió fuera del palacio, tambaleándose de miedo. Yo corrí tras él. Mandó a llamar a doctores, sanadores, exorcistas y diversos místicos. ‘Si alguno de ustedes puede curarme de esta locura, los recompensaré bien’ dijo.
“Viéndome cerca del príncipe, unos cuantos hombres malvados y crueles comenzaron a golpearme con palos y piedras. Afortunadamente no era mi momento para morir y un bondadoso hombre santo dio un paso adelante diciendo, ‘Dejen tranquila a esta pobre criatura. No tiene la culpa. ¿No saben que las bestias hablan mejor en su propio idioma? De alguna manera el príncipe fue capaz de entender a este ciervo.’
“El hombre santo aseguró al príncipe que no estaba poseído, ni loco. Sintiéndose mejor, él regresó entonces al palacio e hizo que me liberaran en el bosque. No obstante, por voluntad del Destino otra vez he caído víctima de la trampa del cazador.”
Moraleja: El destino no puede ser evitado
Mientras Moteado hablaba, Pasolento llegó de súbito a la escena. Se había abierto camino lentamente por el suelo, impulsado por el amor hacia su amigo y de alguna forma se las arregló para hallarlo.
“¡Pasolento! ¿Qué estás haciendo aquí?” dijo Dorado. “Esto no fue sabio. ¿Cómo escaparás a tiempo si llega el cazador?”
“¿Cómo podría estar lejos de amigos como ustedes?” dijo Pasolento. “En verdad se dice,
La vida misma no vale tanto
Como un amigo verdadero,
Ya que la vida se renueva con otro nacimiento,
Pero es difícil hallar otro amigo.”
Mientras Pasolento estaba hablando, llegó el cazador, arco y flecha en mano. En un santiamén Dorado mordió a través de las cuerdas de Moteado y salió corriendo hacia el bosque. Dorado se ocultó en un hueco de un árbol y Fugaz salió volando. Solo quedó Pasolento, sin poder escapar.
Viéndolo, el cazador dijo, “¿Una tortuga aquí en el bosque cerrado? ¡Qué extraño! No importa, el destino obviamente ha determinado que tuviera esta criatura y no el ciervo.”
Preguntándose como diablos Moteado se las había arreglado para liberarse de sus ataduras, el cazador entonces levantó a Pasolento y ató sus patas juntas. Luego lo colgó sobre una pértiga sobre sus hombros. “Por lo menos mi familia y yo comeremos algo hoy” gruñó mientras se encaminaba hacia su casa.
Al ver esto Dorado se angustió. “Es una calamidad tras otra” dijo. “Mi buen amigo Pasolento está siendo conducido a su muerte. ¿Qué podría ser peor?”
Después de lamentarse por algún tiempo, Dorado se serenó y les dijo a Fugaz y Moteado, “Tenemos que pensar en alguna manera de salvar a nuestro amigo.”
Después de considerarlo por algunos momentos, dijo, “Moteado, adelántate rápidamente y échate en el suelo cerca al agua, fingiendo estar muerto. Tú, Fugaz, ve con él. Pósate en su cabeza y aparenta picotear sus ojos. Sin duda el tonto cazador pensará que Moteado está muerto. Por codicia, seguramente dejará caer a Pasolento y tratará de tomar al ciervo. En ese momento, ustedes dos deben escapar.”
El plan funcionó perfectamente. Cuando el cazador vio al ciervo, saltó de alegría y dejó caer la tortuga. Pero al acercarse corriendo al ciervo, para su sorpresa, éste súbitamente saltó y huyó. Mientras tanto, con sus filosos dientes y garras, Dorado liberó a Pasolento quien entonces desapareció bajo el agua.
Viendo sus cuerdas cortadas y que había huido la tortuga junto con el ciervo, el asombrado cazador salió corriendo. Temió que alguna magia estaba en marcha y que él mismo estuviera en peligro. Lanzando preocupadas miradas en todas direcciones, corrió lo más rápido que pudo a través del bosque.
Los cuatro amigos entonces regresaron felizmente a sus hogares, “Ah, amistad,” dijo Fugaz. “Cuan cierto es el dicho,
Incluso sin tener nada,
Un hombre con sentido y educación,
Si posee buenos y confiables amigos,
Pronto alcanza sus fines deseados.”