La infiel esposa del tejedor


Después de haber estado caminando por un tiempo, Adorador se encontró con la casa de un tejedor. Sin comida y sin dinero, golpeó a la puerta del tejedor y dijo, “Por favor dame refugio”. Se dice en los textos sagrados que un invitado inesperado tiene que ser tratado tan bien como a Dios mismo. Sin duda, agua, comida y un lugar para dormir son siempre hallados en el hogar de un hombre virtuoso.
“Eres bienvenido”, dijo el tejedor. Giró y llamó a su esposa, “Dale a este brahmana un lugar para dormir y algo de comida. Ya estoy saliendo y regresaré más tarde.”
El tejedor entonces se marchó hacia la taberna del pueblo donde lo esperaban sus amigos para beber. Su esposa cuidó de Adorador y luego como su esposo se había marchado, empezó a pensar en un amante con quien ella estaba encontrándose en secreto. Se vistió con sus ropas y adornos más finos y después de excusarse con Adorador, salió de la casa. No obstante, no había ido muy lejos cuando vio a su marido regresar a casa y se cambió rápidamente a sus ropas de trabajo.
Pero el tejedor ya la había visto. Él también había estado escuchando historias acerca de su comportamiento indecente. Apenas llegó a su casa gritó a su esposa, “¡Ey, lujuriosa mujer! ¿Dónde vas justo ahora?”
“A ningún lugar” contestó la esposa. “Debes haber visto cosas. Demasiado alcohol.”
El tejedor se puso furioso. “¡De seguro! Sé lo que está pasando. No puedes engañarme con tus mentiras.” Golpeó a su esposa y luego la amarró fuertemente a un poste. Después de esto, se desplomó en su cama y cayó en un profundo sueño. Al poco tiempo, una de las amigas de la mujer, que sabía que iba a encontrarse con su amante, fue a la casa. Viéndola atada. Preguntó qué había sucedido. La esposa del tejedor respondió, “Mi esposo ahogado en alcohol me golpeó y luego me amarró aquí.”
“Pero tu amante te está esperando en el lugar de siempre” replicó la amiga. “Debes ir.”
“Mira en el estado que estoy. ¿Cómo podría ir?”
“No seas tonta” dijo la amiga. “Este no es el modo de una mujer independiente y de espíritu libre. Te desataré y puedes irte.”
“¿Y sí mi esposo se despierta? La próxima vez me matará.”
“Entonces déjame tomar tu lugar. Átame al poste y vete. Si tu esposo se despierta me verá aquí y pensará que eres tú.” La esposa del tejedor ansiando encontrarse con su amante, accedió y pronto se marchó.
Mientras tanto el tejedor se despertó. Sintió pena por su mujer y gritó, “¡Lujuriosa mujer! ¿Aceptas nunca más volver a salir? Si es así, entonces te desataré.”
La mujer no dijo nada. Temerosa de delatarse a sí misma. Ante esto el tejedor se enfureció otra vez. La llamó de nuevo, pero al no recibir respuesta se levantó y tomó un cuchillo de la cocina. “¡Miserable mujer!” gritó. “Ahora serás castigada.”
Lanzó un cuchillazo y la hirió en la nariz, rebanándole en la punta. La mujer gritó de dolor, pero el tejedor aún aturdido por el alcohol, cayó en su cama dormido otra vez.
Algún tiempo después la esposa del tejedor regresó y encontró a su amiga apretando su nariz con un trapo ensangrentado. “Gracias a Dios que has vuelto” dijo. “Tan solo mira lo que tu esposo me ha hecho. Libérame pronto antes que despierte y me ataque de nuevo.”
La esposa del tejedor desató a su amiga y luego tomó su lugar. Luego empezó a llamar a su esposo. “¡Tú gran idiota! ¿Cómo te atreves a desfigurarme? Es una atrocidad hacia alguien que es tan casta y fiel.”
Llorando repetidamente hasta que su esposo se despertó, ella dijo, “¡Oh grandes guardianes del universo! ¡Oh sol, luna, aire, fuego, tierra y cielo. Oh agua, muerte y el Espíritu Supremo! Si yo soy casta, entonces haz que mi nariz se restablezca. Si no lo soy, entonces hazme arder hasta las cenizas.”
El tejedor se levantó de un salto y tomó una antorcha, sosteniéndola frente a la cara de su esposa. Recordando vagamente como él la había acuchillado, fue sorprendido al ver que su rostro estaba ileso, a pesar de que un charco de sangre se había extendido por el suelo. Con profusas disculpas la desató rápidamente.
Adorador, en su habitación de al lado, había escuchado todo. Sacudió su cabeza con asombro y se dijo en voz baja, “Hasta el más grande político entre los dioses no podría igualar el ingenio de una calculadora y lujuriosa mujer de encantador rostro y miel en sus palabras, pero el veneno acechando en su corazón.”
Mientras tanto, la amiga de la esposa del tejedor había regresado a su hogar. Se sentó preguntándose qué iba a hacer con su rostro. Estaba casada con un barbero que estaba con un amigo esa noche. Poco después del amanecer regresó a la casa y llamó a su esposa, “Por favor pásame la caja de afeitar. Debo ir a trabajar.”
Pensando rápidamente, la mujer tomó una cuchilla y la lanzó fuera de la habitación. Su esposo exclamó, “Necesito la caja entera, mujer, no solo una cuchilla.” Entonces lanzó la cuchilla de vuelta a la habitación.
Su mujer inmediatamente lanzó un grito. “¡Mi nariz! O, ¿Qué me has hecho?” Salió corriendo de la casa sacudiendo sus brazos y llorando. “¡Miren lo que mi malvado esposo ha hecho!”
Unos policías la vieron y arrestaron inmediatamente al barbero. Lo arrastraron hasta el magistrado de la corte, donde permanecía apabullado y confundido. Los magistrados, habiendo escuchado el alegato de su esposa que él le había cortado la nariz, le preguntaron, “¿Por qué has hecho tal cosa?”
El barbero, aún aturdido por el súbito y extraño giro de los acontecimientos, no pudo responder. Los magistrados lo observaron cuidadosamente y hablaron entre ellos. “Este hombre muestra las señales de alguien culpable. Está mirando hacia abajo, su cara está pálida y demacrada, está parado temblando con la frente cubierta de sudor y es incapaz de hablar. Si fuera inocente, inmediatamente protestaría en voz alta. Él debe ser culpable.”
Los magistrados entonces ordenaron a la policía que se lo llevaran para castigarlo. “Como ha violado a una mujer inocente, se le debe dar la pena capital. Empálenlo enseguida.”
La policía llevó al pobre barbero fuera de la corte, pero mientras lo llevaban para castigarlo, Adorador apareció en escena. Les dijo que se detengan. “Este hombre es inocente. Es su esposa quien ha pecado, no él.”
La policía regresó a la corte con Adorador, quien explicó todo a los magistrados. Entonces ordenaron la liberación del barbero, diciendo, “La desfiguración es el castigo apropiado para mujeres indecentes y lujuriosas. Esta esposa del barbero ha recibido en consecuencia lo que se merecía, ya que ayudó a la esposa del tejedor para engañar a su marido.”
Astuto finalizó su historia y le dijo a Cuidadoso, “Así son arruinadas las personas descuidadas por sus propios actos imprudentes.”
Moraleja: Una persona descuidada es pronto arruinada
“Así parece” dijo Cuidadoso. He ahí una buena lección, hermano. ¿Qué piensas que deberíamos hacer ahora?”
“Estoy seguro que pensaré en algo” respondió  Astuto “ Nuestro amigo Melena-dorada ha caído víctima de ciertos males y es nuestro deber liberarlo.”
“¿De qué males estás hablando, Astuto?”
“Siete pecados principales afectan a los imprudentes reyes, mi amigo. Éstos están enumerados en las escrituras: Mujeres, cazar, beber, hablar de forma dura y abusiva, castigo desproporcionado, y embargo injusto de bienes.”
Cuidadoso estaba perplejo. “Sí, pero ¿en cual de estos males ha caído Melena-dorada?”
“Bueno, todos los siete pecados tienen un problema como origen –adicción. Y la adicción es solo uno de los cinco males fundamentales que ocurren a los líderes.”
“¿Cuáles son estos cinco?”
“Así como la adicción, está el abandono del deber, la rebelión, las calamidades naturales, y la mala política. Melena-dorada ha caído víctima del segundo. Su apego por Retozón ha hecho olvidar su deber. Entonces muchos otros problemas pronto seguirán si no lo salvamos.”
“Aún no estoy seguro como pretendes hacer eso” dijo Cuidadoso. “Melena-dorada es poderoso y tú no.”
“Déjame contarte otra historia, acerca de un cuervo y una serpiente. Aprende de ella cómo el débil puede superar al fuerte por medio de la inteligencia.”